martes, 17 de junio de 2008

SACRIFICIO

im.: Sacrificio: Del latín sacrificium, "sacrum" y "facere") "hacer" algo "sagrado", convertir algo en "sagrado", que, a su vez, quiere decir "separado".

Sacrificio se entiende en general como una ofrenda a Dios para manifestarle veneración con el objeto de obtener comunión con El.

El sacrificio es una de las características de casi todas las religiones. Generalmente el sacrificio lo ofrecía el sacerdote como intermediario entre Dios y los hombres. Una excepción es el Islam que no tiene ni sacrificios ni sacerdotes. El budismo originalmente no tenía sacrificios pero si posteriormente. El hindú ofrece flores, aceite e incienso a sus ídolos y ofrece víctimas a la diosa Chiva. Las religiones paganas, desde tiempos remotos, ofrecían a sus dioses alimentos y animales que no tuvieran defectos. Los chinos ya ofrecían sacrificios antes de Confucio (seis siglos antes de Cristo). La costumbre continuó con el emperador quien, como sumo sacerdote, era el único que podía elevar sacrificios al cielo (el sol, la luna, las estrellas). Los realizaban quemando animales, sopas y vegetales. También se hacían sacrificios a la tierra pero en este caso los enterraban.

Sacrificio Cristiano>>

Las religiones de los pueblos en torno a los judíos del A.T. solían tener sacrificios humanos. Los egipcios tenían un extenso sistema de sacrificio. Solo el rey y los sacerdotes podían entrar en el santuario donde se preservaban las imágenes de los dioses, a los que diariamente ofrecían alimentos y bebidas que colocaban en la mesa del sacrificio. Al poner la piedra de fundación de un nuevo templo, ofrecían sacrificios humanos (abolidos por Ramassides). Al dios favorito de los egipcios, Ammon-Râ, le hacían numerosas y muy costosas ofrendas. Finalmente la religión egipcia cayó en la adoración de bestias.

Los cananeos hacían sacrificios en las montañas. El Antiguo Testamento menciona que sacrificaban niños al cruel dios Moloc. Los Fenicios sacrificaban animales pero también hombres y niños a Baal y Astarte. Los animales imperfectos o los enfermos estaban prohibidos. Los sacrificios se realizaban para hacer suplicas o en agradecimiento. Cuando la víctima no se consumía se utilizaba para un banquete con música y baile.

Para los romanos el objeto del sacrificio era obtener favores o evitar la ira de los dioses. En el panteón romano se unió el culto a las deidades de diversas tierras conquistadas.

LOS JUDIOS
El sistema de sacrificios judío tiene algunas ideas y ritos similares a los de las religiones paganas. Esto no debe ser motivo de escándalo ya que las religiones paganas contienen semillas de verdad que mas tarde debieron ser purificadas de errores gracias a la revelación divina.

La religión revelada no rechaza la religión y la ética natural sino que la purifica de error y las eleva para que cumpla plenamente el plan de Dios. Por ejemplo, la religión oficial judía rechaza los sacrificios humanos (cf. Deuteronomio 12,31; 18,10) que eran frecuentes entre algunos pueblos paganos. La prueba de Abraham (Gen. 22,1s) finaliza con la prohibición del sacrificio de Isaac. Los israelitas consideraban el sacrificio humano como una profanación del nombre de Yahweh (Cf. Levítico 20,1s). Según la ley de Moisés los primogénitos de toda criatura eran sacrificados a Yahweh, pero expresamente hace excepción de los nacidos de mujer que deben ser redimidos y no sacrificados. En su lugar se debía sacrificar un animal. Este concepto de substitución es una referencia metafórica profética al sacrificio de Jesús en la Cruz. El es el Cordero que se inmola para redimirnos.

Lamentablemente, la influencia del paganismo no desapareció entre los judíos como tampoco ha desaparecido entre los cristianos de hoy. Esa influencia prevaleció desde el reinado de Ajaz hasta el de Josías. Una de las consecuencias fue que se sacrificaron miles de niños al dios Moloc. Otro ejemplo ejemplo de la influencia pagana es el sacrificio que hizo Jefté inmolando a su hija para cumplir una promesa (Cf. Jueces 11,33). Estos casos no fueron motivados por la religión judía sino por influencia pagana.

El concepto judío de venganza de sangre (cherem), según el cual los impíos y sus pertenencias debían ser exterminados, no está vinculado con el concepto de sacrificio humano ni tampoco está relacionado con el concepto pagano de que Dios tiene sed de sangre humana. Mas bien el cherem se basa en la idea de que los poderes hostiles a Dios deben ser removidos de su camino con castigo de sangre porque El es el Dios de la Vida y de la Muerte. Los enemigos de Yahweh no eran sacrificados sino eliminados de la tierra. (Cristo supera este concepto con su mandamiento de amar a los enemigos).

Es importante entender que el acto de sacrificar a Dios NO comienza con las religiones paganas sino que se efectuó desde la creación del hombre. Los primeros sacrificios mencionados en la Biblia son los de Caín y Abel (Cf. Gen. 4,3s). En aquellos sacrificios se demuestra que hay sacrificios agradables a Dios y otros que no lo son. A Dios le agradan solo los que se hacen con un corazón puro. Dios mira al corazón. El sacrificio verdadero representa la ofrenda del propio corazón, una disposición de sumisión y confianza que se expresa en total obediencia a Dios. Sin esta disposición del corazón los sacrificios mas bien ofenden a Dios porque son falsos.

Los patriarcas asociaban al sacrificio el altar y banquetes (Cf. Génesis 12,7s). Desde ese tiempo el sacrificio se vincula especialmente a las grandes alianzas y a las declaraciones de paz. La conclusión del sacrificio del Monte Sinaí también se efectuó con un banquete (Cf. Exodo 24,5s). Posteriormente Moisés elaboró el sistema de sacrificio y en el Pentateuco fijó con exactitud los distintos sacrificios y sus rituales. Como todo el culto mosaico, el sistema de sacrificio está centrado en la llamada del Señor: "Sed santos como yo soy santo" (Cf. Levítico 11,44).

El animal ofrecido en sacrificio sangriento debía pertenecer a quien los ofrece. Por eso, los judíos solo aceptaban animales domésticos y no peces o animales salvajes (Cf. Levítico 22,19s). El sacrificio de palomas constituye el único caso en que se sacrificaban aves. Esta excepción se concedía a los pobres porque ellos no poseen animales (Levítico 5,7; 12,8). En cuanto a los animales para el sacrificio, había regulaciones en cuanto al sexo, edad y condición que debían tener. El criterio imperante era que solo lo mejor se ofrece a Dios (Cf. Levíticos 22,20s; Malaquías 1,13s).

El culto mosaico del A.T. incluye sacrificios no sangrientos, ya como añadidura a los sangrientos o bien como sacrificios independientes. Estos generalmente eran pan, aceite, vino o incienso (Cf. Levítico 2,14s; Génesis 28,18; 35,14; Números 28,7,14; Levíticos 6:20 s.; Josefus, "Antiquit.", III, 10,7)

Los Ritos del Sacrificio Sangriento
El ritual para el sacrificio sangriento es de especial importancia para comprender el concepto del sacrificio judío. Hay cinco acciones que eran comunes a los diferentes sacrificios de los judíos:
1- La presentación de la víctima,
2- La imposición de manos sobre la víctima,
3- Matar la víctima,
4- Rociar la sangre,
5, La quema del sacrificio.

1- Primero se lleva la víctima al altar de los sacrificios quemados situada en el exterior del tabernáculo (del Templo)"ante el Señor" (Exodo 29,42; Levítico 1,5; 3,1; 4,6).

2- El próximo paso es la imposición de manos por la cual quien sacrificaba transfería a la víctima sus intenciones personales de adoración, acción de gracias, petición y especialmente expiación. Si el sacrificio se ofrecía por toda la comunidad, los ancianos, como representantes del pueblo, realizaban la ceremonia de la imposición de manos (Levítico 4,15). Esta ceremonia se omitía en caso de ciertos sacrificios (primeros frutos, diezmos, el cordero pascual, palomas) y en el caso de sacrificios sangrientos realizados a petición de paganos.

Desde el tiempo de Alejandro Magno también se permitía en el Templo la ofrenda de sacrificios quemados por los gentiles (no judíos). Esto se hacía en reconocimiento de la supremacía de gobernantes extranjeros. Por ejemplo, el Emperador Romano Augusto requería que se ofreciera por el en el Templo la ofrenda quemada de dos corderos y un novillo (Cf. Philo, "Ley. ad Caj.," 10; Josefus, "Contra Ap.", II, vi). La retirada de este permiso al principio de la Guerra Judía se consideró como una rebelión pública contra el gobierno de Roma. (Cf. Josefus, "De bello jud.", II, xvii, 2).

A la ceremonia de imposición de manos le precedía generalmente la confesión de los pecados (Levíticos 16,21; 5,5s; Números 5,6s), que, según la tradición rabínica, era verbal (Cf. Otho, "Lex rabbin.", 552).

3- El tercer acto es matar la víctima. Se derrama la sangre en la forma mas completa y rápida posible haciendo un profundo corte en el cuello de la víctima. Como los primeros dos actos, el derramamiento de sangre lo debía hacer quien ofrece el sacrificio (Levítico 1,3s). Solo cuando se ofrecían palomas (tórtolas) era el sacerdote quien las inmolaba (Levítico 1,15). En el período posterior era el sacerdote y los levitas quienes realizaban el acto de inmolar, despellejar y descuartizar los animales mas grandes, Especialmente cuando todo el pueblo ofrecía el sacrificio en las grandes fiestas (2 Crónicas 29,22s).

4- La verdadera función del sacrificio comenzaba con el cuarto acto, el rociado de la sangre que, según la ley, solo lo podían hacer los sacerdotes (Levítico 1.5; 3.2; 4.5; 2 Crónicas 29,23). Si un laico rociaba la sangre el sacrificio era inválido. (Cf. Mischna Sebachim, II, 1). La tradición judía expresamente designa al sacerdote para derramar la sangre sobre el altar como "la raíz y el principio del sacrificio". La sangre, según el Levítico, es la vida del cuerpo y no se debe comer. Dios nos la da para hacer con ella expiación por el alma sobre el altar.

Porque la vida de la carne está en la sangre, y yo mismo les he puesto la sangre sobre el altar, para que les sirva de expiación, ya que la sangre es la que realiza la expiación, en virtud de la vida que hay en ella. -Levítico 17,11

5-El quinto y último acto, quemar el sacrificio, se realizaba de diferente manera según si se quemaba la víctima entera (holocausto) o solo una porción. Por el altar y el "fuego consumidor" (Deuteronomio 4,24), Yahweh simbólicamente se apropiaba del sacrificio ofrecido. Recordemos, por ejemplo, el sacrificio de Elías. (Cf. Levítico 9,24; Jueces 6,21; 1 Reyes 18,38).

Diferentes categorías de sacrificio sangriento
1- Holocausto. En primer lugar están los sacrificios quemados. El "sacrificio ascendente" (olah) llamado también "holocausto" porque la víctima completa -- excepto el músculo de la cadera y la piel -- se hace ascender a Dios por el fuego en humo y vapor. Aunque la idea de expiación no se excluía, (Levítico 1,4), el objetivo principal del holocausto es expresar completa sumisión del hombre a Dios. El holocausto es el sacrificio mas antiguo, mas frecuente y mas común. (cf. Génesis 4,4; 8,20; 22,2s.; Job 1,5; 42,8). Debía ser un sacrificio continuo, por lo que se ofrecía dos veces al día, en la mañana y al anochecer (Cf. Exodo 29,38s.; Levítico 6,9s.; Números 28,3s., etc.). Como sacrificio de adoración por excelencia, incluía a todas las formas de sacrificio.

2- Sacrificios expiatorios. La idea de expiación se expresaba mayormente en los sacrificios expiatorios. Había dos clases: Las ofrendas por pecado y por culpa. La distinción entre estas dos está en que la primera se orientaba hacia la absolución del pecado (expiatio), la segunda se orientaba hacia la restitución del daño cometido (satisfactio).

La ofrenda por culpas se hacía especialmente por pecados que requieren restitución (cf. Levítico 5,15s.; 6,2s.; Números 5,6 s.). La restitución material se calculaba como una quinta parte mayor que la perdida infligida. Adicionalmente se debía ofrecer un sacrificio de culpa que consistía en sacrificar un carnero el lado norte del altar. La sangre se rociaba en un círculo alrededor del altar en el que se quemaba la grasa; El resto de la carne, como sacrosanta, se la comían los sacerdotes en el lugar sagrado. (Levítico 7,1s.).

3- Una tercera clase de sacrificio eran las "ofrendas de paz" (shelamim) que se sub-dividían en tres clases: el sacrificio de alabanza, el sacrificio en cumplimiento de un voto y ofrendas completamente voluntarias.

EL SACRIFICIO CRISTIANO
En el cristianismo todo sacrificio se une al Sacrificio que de Cristo: JESUCRISTO se ofrece a si mismo como cordero Pascual, de manera sangrienta en la Cruz una vez para siempre. La Cruz es el sacrificio definitivo que contiene todos los méritos necesarios para la redención de los hombres. Pero para aplicarlos a cada persona, Cristo mismo instituyó el Santo Sacrificio de la Misa, el cual es la continuación no sangrienta y la representación del sacrificio sangriento del Calvario. Se trata de un continuo sacrificio y no de una repetición.

Todos los antiguos sacrificios eran solo un signo del único sacrificio que puede salvarnos: El sacrificio de Jesús. Porque solo El puede reparar ante el Padre como Dios y hombre, ofreciéndole el perfecto sacrificio de amor y obediencia por nuestro desamor y desobediencia.

El dogma del Sacrificio de la Cruz
El Sínodo de Efeso (431) confirma la fe de las Sagradas Escrituras: El Logos (La Palabra) Encarnado "Se ofreció a si mismo a Dios Padre por nosotros" (Denzinger-Bannwart, "Enchiridion," #122). Este dogma fue explícitamente confirmado en el Concilio de Trento (Ses. XXII. cap. i-ii; can. ii-iv). Si todos los sacrificios del Antiguo Testamento, especialmente los sangrientos, fueron figuras que anticipaban el sacrificio sangriento de la Cruz, y si la idea de expiación vicaria (una víctima se sacrifica en substitución por los pecados de otro) ya estaba presente en los sacrificios sangrientos de la ley Mosaica, entonces se deduce que la muerte de Cristo en la Cruz debe poseer el carácter de sacrificio vicario de expiación. San Pablo desarrolla esta enseñanza en su carta a los Hebreos 8-10

En el Nuevo Testamento, como en el Antiguo, el poder expiatorio del sacrificio está en la sangre de la víctima. Por eso la expiación para el perdón de los pecados se imputa a la Preciosa Sangre de Cristo. No hay, por tanto, nada mas precioso que esta Sangre:

...Ustedes saben que fueron rescatados de la vana conducta heredada de sus padres, no con bienes corruptibles, como el oro y la plata,19 sino con la sangre preciosa de Cristo, el Cordero sin mancha y sin defecto,20 predestinado antes de la creación del mundo y manifestado en los últimos tiempos para bien de ustedes. 21 Por él, ustedes creen en Dios, que lo ha resucitado y lo ha glorificado, de manera que la fe y la esperanza de ustedes estén puestas en Dios. (1 Pedro 1,18s.).

El sacrificio sangriento de la Cruz ocupa el lugar central en la enseñanza de San Pablo (Cf. Romanos 3,25). La Epístola a los Hebreos se refiere a los sacrificios del A.T. para compararlos con el sacrificio de Cristo y ayudarnos a entender su significado: (Heb 9,13s). Mientras los sacrificios sangrientos del Antiguo Testamento eran muchos, variados, ineficaces e inadecuados, el Sacrificio de Cristo en la Cruz es único, plenamente eficaz y adecuado para el perdón de los pecados (Heb.9,28)

San Pablo caracteriza la sangrienta muerte de Jesús en la Cruz como una ofrenda por los pecados (Hebreos 10,11-12; 2 Corintios 5,21). En el cielo Cristo ya no se sacrifica mas, pero, por medio de su intercesión sacerdotal, El ofrece continuamente el sacrificio que consumió una vez por todas en la Cruz. (Cf. Hebreos 7,25; Romanos 8,34).

San Ireneo fue el primero de los Padres en considerar el sacrificio de la Cruz desde el punto de vista de una "satisfacción vicaria" (sacrificio para restituir el daño causado por la culpa de otros). Ireneo enfatizó que solo un Dios-Hombre puede lavar la culpa de Adan; que Cristo de hecho redimió a la humanidad con su Sangre y que ofreció "Su Alma por nuestra alma y su carne por nuestra carne" ("Adv. hær.", V, i, 1, in P. G. VII, 1121).

Cristo ofrece el sacrificio de expiación a Dios Padre y no al Diablo. Cristo nos redime de la esclavitud al Diablo a través de su sacrificio en la Cruz. La falsa teoría de que el rescate por la salvación fue pagado al demonio surgió de una errónea interpretación de Juan 12,31; 14,30; 2 Corintios 4,4; 2 Pedro 2,19. Este error fue rectificado por Gregorio Nacianceno y Juan de Damasco. Quien acepta el sacrificio de la Cruz es el que fue ofendido: Dios, la Trinidad completa, a la que también pertenece Cristo, el Logos.

Cristo como Dios, junto con el Padre y el Espíritu Santo, aceptó su propio sacrificio en expiación de la ofensa contra Dios. El ofreció vicariamente el mismo sacrificio como Hombre a la Santísima Trinidad. Aunque la coincidencia de las tres funciones: sacerdote, víctima y aceptador en el mismo Cristo constituye un misterio, no contiene contradicción alguna (cf. Agustín, "De civ. Dei", X, xx).

¿Acaso el sacrificio consistió en el acto de matar a Jesús en la cruz? La respuesta es “NO”. De lo contrario, se tendría que decir que la función del sumo sacerdote en el sacrificio de la Cruz no la ejerció Cristo sino los verdugos. En el sacrificio de Cristo en el Calvario, como en los sacrificios la ley mosaica, la esencia del sacrificio está no en el acto de matar la víctima sino en el acto de rociar la sangre. El Redentor se sometió exteriormente a sus ejecutores mientras estos a la fuerza derramaban su sangre. Pero fue Jesús -no los verdugos- quien ofreció Su Sangre a Dios en espíritu de sacrificio. (Cf. Juan 10,17s.; Hebreos 9,22; 1 Pedro 1,2).

En el sacrificio de la Cruz Cristo actúa como único sacerdote porque solo El ofrece libremente Su Sangre para ganarnos la redención. Con el sacrificio de la Cruz cesa para siempre la necesidad de hacer sacrificios de animales. Cristo es el Cordero sacrificado cuya eficacia para redimirnos es infinita.

El CRISTIANO SE OFRECE A SI MISMO EN UNION CON CRISTO AL PADRE

En el A.T. el sacrificio ya se entiende como un signo externo de la entrega personal y comunitaria a Dios.

«Ahora estáis enteramente consagrados a Yahveh; acercaos y ofreced víctimas y sacrificios de alabanza en la Casa de Yahveh.» Y la asamblea trajo sacrificios en acción de gracias, y los de corazón generoso, también holocaustos. -II Crónicas 29, 31.

El evangelio precisa que el amor está por encima de todo y le da valor a todo. El sacrificio que agrada a Dios es nuestro amor que se hace obediencia:

"amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a si mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.» Marcos 12,33

"Holocaustos y sacrificios por el pecado no te agradaron. Entonces dije: ¡He aquí que vengo pues de mí está escrito en el rollo del libro - a hacer, oh Dios, tu voluntad!" Hebreos 10,6-7

El sacrificio externo debe representar la disposición del corazón al amor de Dios:

Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda. (Mateo 5,23-24)

CRISTO CABEZA, NOSOTROS SU CUERPO
Al único sacrificio que es Cristo, que ganó ya los méritos de nuestra salvación, cada cristiano necesita unirse con todo su ser. Jesús vino a unirnos a El que es nuestra cabeza. Nosotros somos su cuerpo. El cuerpo debe participar del mismo sacrificio que la cabeza.

"quiero que sepáis que la cabeza de todo hombre es Cristo" -I Corintios 11,3

"Hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra". -Efesios 1,10

"La Cabeza (Cristo), de la cual todo el Cuerpo, por medio de junturas y ligamentos, recibe nutrición
y cohesión, para realizar su crecimiento en Dios." -Colosenses 2,19

La Santa Misa
Participamos del sacrificio de Cristo principalmente en la celebración de la Santa Misa

Los Protestantes nos acusan de repetir el sacrificio de la Cruz en la Misa. Falsamente se imaginan que los católicos vamos a la misa a crucificar de nuevo a Jesucristo. HAY QUE SABER QUE ESA ACUSACIÓN ES FALSA.

Cristo se entregó como Sacrificio en la cruz UNA VEZ PARA SIEMPRE.
"Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más" -Romanos 6,9

La Eucaristía es Cristo, resucitado, glorioso, quien está en el cielo y se hace presente en el tiempo porque El no está limitado por la dimensión del tiempo. En la Eucaristía se unen la eternidad y el tiempo. Jesús murió en la Cruz una sola vez, pero su sacrificio es consumado en la Eternidad, lo toca todo, lo transforma todo. No se trata de una duplicación del Sacrificio ni de una reproducción. Mas bien Cristo, al hacerse presente en la Eucaristía nos pone en contacto consigo, que es eterno (fuera del límite del tiempo). Es por eso que al participar en la Eucaristía nos unimos a su único Sacrificio, a Su Cruz y nos beneficiamos de sus frutos de salvación.

Cristo muere en la Cruz UNA SOLA VEZ, pero este acto redentor es eficaz sin límites de tiempo y se nos hace presente en la Eucaristía. De manera que no crucificamos a Jesús en la Eucaristía. Mas bien a Jesús lo crucificamos cuando pecamos ya que aquel sacrificio fue por nuestros pecados.

Para participar dignamente en la Misa debemos estar concientes de que ofrecemos al Padre todo lo nuestro (nuestro ser, posesiones, tiempo, alegrías y tristezas, trabajo y descanso, sufrimientos, enfermedades, etc.) en unión al sacrificio de Cristo. La vocación del cristiano es hacer de su vida y de cada acto un sacrificio (una ofrenda de sumisión a Dios por amor) en UNION con Cristo.

"Os exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual". -Romanos 12,1

"Ahora me alegro por los padecimientos que soporto por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a las
tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia". -Colosenses 1,24

De manera que el cristiano ya no vive para si mismo sino por, con y en Cristo.

No vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí. -Gálatas 2,20

María Santísima es el ejemplo perfecto de una vida entregada a Dios. Por su unión al sacrificio de su hijo en la Cruz cooperó estrechamente con nuestra redención. Ella nos ayuda a entregar nuestra vida como un sacrificio de amor. Totus Tuus.

Carta a los Hebreos, 8-10

8
UN NUEVO Y UNICO SACERDOCIO El antiguo culto, figura del nuevo
1 Este es el punto capital de lo que estamos diciendo: tenemos un Sumo Sacerdote tan grande que se sentó a la derecha del trono de la Majestad en el cielo.
2 El es el ministro del Santuario y de la verdadera Morada, erigida no por un hombre, sino por el Señor.
3 Ahora bien, todo Sumo Sacerdote es constituido para presentar ofrendas y sacrificios; de ahí la necesidad de que tenga algo que ofrecer.
4 Si Jesús estuviera en la tierra, no podría ser sacerdote, porque ya hay aquí otros sacerdotes que presentan las ofrendas de acuerdo con la Ley.
5 Pero el culto que ellos celebran es una imagen y una sombra de las realidades celestiales, como Dios advirtió a Moisés cuando este iba a construir la Morada, diciéndole: Tienes que hacerlo todo conforme al modelo que te fue mostrado en la montaña.

Cristo, mediador de una Alianza mejor
6 Pero ahora, Cristo ha recibido un ministerio muy superior, porque es el mediador de una Alianza más excelente, fundada sobre promesas mejores.
7 Porque si esta primera Alianza hubiera sido perfecta, no habría sido necesario sustituirla por otra.
8 En cambio, Dios hizo al pueblo este reproche: Llegarán los días -dice el Señor- en que haré una Nueva Alianza con la casa de Israel y la casa de Judá,
9 no como aquella que hice con sus padres el día en que los tomé de la mano para sacarlos de Egipto. Ya que ellos no permanecieron fieles a mi Alianza, yo me despreocupé de ellos -dice el Señor- :10 Y ésta es la Alianza que estableceré con la casa de Israel después de aquellos días -dice el Señor- : Pondré mis leyes en su conciencia, las grabaré en su corazón; yo seré su Dios y ellos serán mi Pueblo.
11 Entonces nadie tendrá que instruir a su compatriota ni a su hermano, diciendo: "Conoce al Señor"; porque todos me conocerán, desde el más pequeño al más grande.
12 Porque yo perdonaré sus iniquidades y no me acordaré más de sus pecados.
13 Al hablar de una Nueva Alianza, Dios declara anticuada la primera, y lo que es viejo y anticuado está a punto de desaparecer.

9
El antiguo Santuario
1 La Primera Alianza tenía un ritual para el culto y un santuario terrestre.
2 En él se instaló un primer recinto, donde estaban el candelabro, la mesa y los panes de la oblación: era el lugar llamado Santo.
3 Luego, detrás del segundo velo había otro recinto, llamado el Santo de los santos.
4 Allí estaban el altar de oro para los perfumes y el Arca de la Alianza, toda recubierta de oro, en la cual había un cofre de oro con el maná, la vara de Aarón que había florecido y las Tablas de la Alianza.
5 Sobre ella estaban los Querubines de la Gloria, que cubrían el Propiciatorio con la sombra de sus alas. Pero no es este el momento de entrar en detalles.

El culto de la Antigua Alianza
6 Dentro de este ordenamiento, los sacerdotes entran siempre al primer recinto para celebrar el culto.
7 Pero al segundo, sólo entra una vez al año el Sumo Sacerdote, llevando consigo la sangre que ofrece por sus faltas y las del pueblo.
8 El Espíritu Santo da a entender con esto que el camino del Santuario no es accesible mientras subsista el primer recinto.
9 Esto es un símbolo para el tiempo presente: en efecto, allí se ofrecen dones y sacrificios que no pueden hacer perfecto en su conciencia al que practica el culto.
10 Sólo se trata de prescripciones externas sobre alimentos, bebidas y abluciones diversas, válidas hasta el momento de la renovación.

La entrada de Cristo en el Santuario celestial
11 Cristo, en cambio, ha venido como Sumo Sacerdote de los bienes futuros. El, a través de una Morada más excelente y perfecta que la antigua -no construida por manos humanas, es decir, no de este mundo creado-12 entró de una vez por todas en el Santuario, no por la sangre de chivos y terneros, sino por su propia sangre, obteniéndonos así una redención eterna.
13 Porque si la sangre de chivos y toros y la ceniza de ternera, con que se rocía a los que están contaminados por el pecado, los santifica, obteniéndoles la pureza externa,14 ¡cuánto más la sangre de Cristo, que por obra del Espíritu eterno se ofreció sin mancha a Dios, purificará nuestra conciencia de las obras que llevan a la muerte, para permitirnos tributar culto al Dios viviente!

Cristo, mediador de la Nueva Alianza
15 Por eso, Cristo es mediador de una Nueva Alianza entre Dios y los hombres, a fin de que, habiendo muerto para redención de los pecados cometidos en la primera Alianza, los que son llamados reciban la herencia eterna que ha sido prometida.
16 Porque para que se cumpla un testamento es necesario que muera el testador:17 mientras se vive, el testamento no vale, y sólo a su muerte entra en vigor.
18 De allí que tampoco la primera Alianza fuera inaugurada sin derramamiento de sangre.
19 Efectivamente, cuando Moisés promulgó delante de todo el pueblo cada uno de los mandamientos escritos en la Ley, tomó la sangre de novillos y chivos -junto con el agua, la lana escarlata y el hisopo- y roció el Libro y también a todo el pueblo,20 diciendo: Esta es la sangre de la Alianza que Dios ha establecido con ustedes.
21 De la misma manera, roció con sangre la Morada y todos los objetos del culto.
22 Además, según prescribe la Ley, casi todas las purificaciones deben hacerse con sangre, ya que no hay remisión de pecados sin derramamiento de sangre.
23 Ahora bien, si las figuras de las realidades celestiales debieron ser purificadas de esa manera, era necesario que esas mismas realidades también lo fueran, pero con sacrificios muy superiores.

La mediación eterna de Cristo
24 Cristo, en efecto, no entró en un Santuario erigido por manos humanas -simple figura del auténtico Santuario- sino en el cielo, para presentarse delante de Dios en favor nuestro.
25 Y no entró para ofrecerse así mismo muchas veces, como lo hace el Sumo Sacerdote que penetra cada año en el Santuario con una sangre que no es la suya.
26 Porque en ese caso, hubiera tenido que padecer muchas veces desde la creación del mundo. En cambio, ahora él se ha manifestado una sola vez, en la consumación de los tiempos, para abolir el pecado por medio de su Sacrificio.
27 Y así como el destino de los hombres es morir una sola vez, después de lo cual viene el Juicio,
28 así también Cristo, después de haberse ofrecido una sola vez para quitar los pecados de la multitud, aparecerá por segunda vez, ya no en relación con el pecado, sino para salvar a los que lo esperan.


10
UN NUEVO Y UNICO SACRIFICIO Ineficacia de los antiguos sacrificios
1 La Ley, en efecto -al no tener más que la sombra de los bienes futuros y no la misma realidad de las cosas- con los sacrificios repetidos año tras año en forma ininterrumpida, es incapaz de perfeccionar a aquellos que se acercan a Dios.
2 De lo contrario, no se hubieran ofrecido más esos sacrificios, porque los que participan de ellos, al quedar purificados una vez para siempre, ya no tendrían conciencia de ningún pecado.
3 En cambio, estos sacrificios renuevan cada año el recuerdo del pecado,4 porque es imposible que la sangre de toros y chivos quite los pecados.
5 Por eso, Cristo, al entrar en el mundo, dijo: Tú no has querido sacrificio ni oblación; en cambio, me has dado un cuerpo.
6 No has mirado con agrado los holocaustos ni los sacrificios expiatorios.
7 Entonces dije: Aquí estoy, yo vengo -como está escrito de mí en el libro de la Ley- para hacer, Dios, tu voluntad.
8 El comienza diciendo: Tú no has querido ni has mirado con agrado los sacrificios, los holocaustos, ni los sacrificios expiatorios, a pesar de que están prescritos por la Ley.
9 Y luego añade: Aquí estoy, yo vengo para hacer tu voluntad. Así declara abolido el primer régimen para establecer el segundo.
10 Y en virtud de esta voluntad quedamos santificados pro la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha de una vez para siempre.


Eficacia del Sacrificio de Cristo
11 Cada sacerdote se presenta diariamente para cumplir su ministerio y ofrecer muchas veces los mismos sacrificios, que son totalmente ineficaces para quitar el pecado.
12 Cristo, en cambio, después de haber ofrecido por los pecados un único Sacrificio, se sentó para siempre a la derecha de Dios,
13 donde espera que sus enemigos sean puestos debajo de sus pies.
14 Y así, mediante una sola oblación, él ha perfeccionado para siempre a los que santifica.
15 El Espíritu Santo atestigua todo esto, porque después de haber anunciado:16 Esta es la Alianza que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Yo pondré mis leyes en su corazón y las grabaré en su conciencia,17 y no me acordaré más de sus pecados ni de sus iniquidades.
18 Y si los pecados están perdonados, ya no hay necesidad de ofrecer por ellos ninguna oblación.

LA PERSEVERANCIA EN LA FE
Después de su larga reflexión sobre el sacerdocio de Cristo, el autor sena/a una serie de consecuencias prácticas para la vida cristiana. Como único Mediador entre Dios y los hombres, Jesús ha abierto «el camino nuevo y viviente» (10. Z0) que conduce al verdadero Santuario y que es su Cuerpo glorificado. Para avanzar por ese camino, es necesaria la fe, de la que son inseparables la esperanza y el amor. Es verdad que no se puede perseverar en la fe sin afrontar «un rudo y doloroso combate» (10. 32). Pero así como Cristo nos alcanzó la salvación por sus padecimientos y su muerte, así también el creyente tiene que dejarse «educar» por la corrección paternal de Dios (12. 5-13), a fin de unirse al Sacrificio redentor de Jesús.

¿Y qué mejor estimulo para nuestra fe que el ejemplo de las grandes figuras del Antiguo Testamento? ¿Acaso la fe cristiana no hunde sus raíces en la historia de Israel? Por eso, el autor de esta Carta hace desfilar ante nuestros ojos la fe admirable de aquella «nube de testigos» (12. 1), entre los que sobresale Abraham, el padre de los creyentes (Rom. 4. 1-25; Gál 3. 6-29). Pero sobre todo, hay que fijar la mirada en «el iniciador y consumador de nuestra fe» (12. 2), que es Cristo Jesús. Solamente por él, se vio cumplida la Promesa en la que habían creído y esperado los antepasados del Pueblo elegido. Y él es el prototipo de nuestra fidelidad a Dios en medio de las pruebas.

El acercamiento a Dios por Jesucristo
19 Por lo tanto, hermanos, tenemos plena seguridad de que podemos entrar en el Santuario por la sangre de Jesús,20 siguiendo el camino nuevo y viviente que él nos abrió a través del velo del Templo, que es su carne.
21 También tenemos un Sumo Sacerdote insigne al frente de la casa de Dios.
22 Acerquémonos, entonces, con un corazón sincero y llenos de fe, purificados interiormente de toda mala conciencia y con el cuerpo lavado por el agua pura.
23 Mantengamos firmemente la confesión de nuestra esperanza, porque aquel que ha hecho la promesa es fiel.
24 Velemos los unos por los otros, para estimularnos en el amor y en las buenas obras.
25 No desertemos de nuestras asambleas, como suelen hacerlo algunos; al contrario, animémonos mutuamente, tanto más cuanto que vemos acercarse el Día.

El castigo de los que abandonan la fe
26 Porque si después de haber recibido el pleno conocimiento de la verdad, pecamos deliberadamente, ya no hay más sacrificio por los pecados.
27 Sólo resta esperar con terror el juicio y el fuego ardiente que consumirá a los rebeldes.
28 El que viola la Ley de Moisés, es condenado a muerte irremisiblemente por el testimonio de dos o tres testigos.
29 Piensen, entonces, qué castigo merecerá el que pisoteó al Hijo de Dios, el que profanó la sangre de la Alianza con la cual fue santificado y ultrajó al Espíritu de la gracia.
30 Porque nosotros conocemos a aquel que ha dicho: La venganza me pertenece y yo daré la retribución. Y además: El Señor juzgará a su pueblo.
31 ¡Verdaderamente es algo terrible caer en las manos del Dios viviente!

La recompensa de los justos
32 Recuerden los primeros tiempos: apenas habían sido iluminados y ya tuvieron que soportar un rudo y doloroso combate,33 unas veces expuestos públicamente a injurias y atropellos, y otras, solidarizándose con los que eran tratados de esa manera.
34 Ustedes compartieron entonces los sufrimientos de los que estaban en la cárcel y aceptaron con alegría que los despojaran de sus bienes, sabiendo que tenían una riqueza mejor y permanente.
35 No pierdan entonces la confianza, a la que está reservada una gran recompensa.
36 Ustedes necesitan constancia para cumplir la voluntad de Dios y entrar en posesión de la promesa.
37 Porque todavía falta un poco, muy poco tiempo, y el que debe venir vendrá sin tardar.
38 El justo vivirá por la fe, pero si se vuelve atrás, dejaré de amarlo.
39 Nosotros no somos de los que se vuelven atrás para su perdición, sino que vivimos en la fe para preservar nuestra alma.