sábado, 6 de junio de 2009

La Torre de Babel

Babel, el nombre de esta ciudad se deriva del verbo hebreo balál, “confundir”, pero Nemrod la fundo con el nombre de Bab-el, esto es “Puerta de Dios”. Nemrod, quien fue el primero en hacerse rey después del diluvio y a quien se le identifica como un opositor a Hashem, es señalado como el verdadero gestor de llevar a cabo la construcción de la torre.

Babel, el nombre de esta ciudad se deriva del verbo hebreo balál, “confundir”, pero Nemrod la fundo con el nombre de Bab-el, esto es “Puerta de Dios”.

Su objetivo principal era salvarse de un eventual nuevo diluvio que pudiera ocurrir, así también para obtener renombre en caso de ser dispersados por la superficie de la tierra.

Después de la acción de Hashem, la torre cayo en el abandono. Y, de acuerdo de acuerdo a la mayoría de los escritos, mas tarde, cuando la ciudad se desarrollo en ese sitio, en torno a la construcción, volvió a adquirir preponderancia, fue de nuevo retomada la obra, la que concluyó en el zigurat de Etemenanki, “La casa de fundamento de la tierra y del cielo”

No se sabe exactamente cuándo el Etemenanki fue construido, pero probablemente existía antes del reino de Hammurabi (por 1792-1750 AC). Se piensa que el poema sobre la creación de Babilonia Enûma Elish fue escrito durante o poco tiempo después del régimen de Hammurabi; desde que el poema menciona Esaggila, el templo de Marduk, siendo creado inmediatamente después de la creación del mundo segun la biblia, e intuye la existencia de Etemenanki, se presume que ambas estructuras existían por al menos 100 años del tiempo en el que se escribió este poema, pero también debe de estar escrito mucho antes, ya que los autores también ignoran cuándo exactamente lo construyeron.

La ciudad de Babilonia fue destruida en 689 adC por Sennacheris, quien dice haber destruido el Etemenanki. La ciudad ha sido restaurada por Nabopolassar y su hijo Nabucodonosor II. Tomó 88 años en ser reconstruida. Su característica central era el templo de Marduk (Esagila), para el cual estaba relacionada la sinagoga Etemenanki. Esta fue reconstruida por Nabucodonosorr II. Los siete pisos de la sinagoga alcanzan la altura de 91 metros y contienen un templo en la cima.

Nabucodonosor II (605-592 antes de nuestra era) escribió:

«Yo construí Babilonia, la más hermosa de las ciudades. En los umbrales de sus puertas coloqué toros gigantescos y serpientes con pies, como todavía no había pensado ningún rey anterior a mí.»

Y así fue, efectivamente. Durante su largo reinado, la ciudad floreció en una ostentación que apenas si fue sobrepasada por la misma Nínive.

Así pues, la primera torre de Babilonia ya apareció en el III milenio a.C.; fue destruida varias veces, pero siempre fue reconstruida. Fue destruida, junto a la ciudad de Babilonia, en el año 689 a.C,. por el rey asirio Sanherib; reconstruida en el mismo lugar por sus sucesores Assarhaddon (680-669) y Asurbanipal (668-626); reconstruida de nuevo por Nabucodonosor, después de una nueva destrucción parcial, y finalmente destruida totalmente por Jerjes en el año 469 a.C.

En las fértiles llanuras situadas entre el Tigris y el Eufrates apareció una de las primeras culturas de la historia universal. Los pobladores más antiguos cuya existencia se pueda demostrar históricamente fueron los sumerios, que poseían un sólido orden estatal, crearon una cultura propia e inventaron la escritura cuneiforme. Fundaron una serie de ciudades-estado, entre ellas Uruk, Ur y Lagas, en el siglo XVIII a.C. apareció alrededor de Babilonia el estado semítico del mismo nombre, cuyo soberano más importante fue Hammurabí (1728-1696). Ya por aquel tiempo, Babilonia fue el centro espiritual del imperio, llevándolo a un alto florecimiento. Después, el pueblo sumerio fue absorbido por los semitas y en el año 1531 a. de C. los hititas arrasaron la ciudad.

Sin embargo, su cambiante destino siempre volvió a elevarse durante los siglos posteriores sobre las ruinas precedentes: así ocurrió cuando los belicosos asirios acosaron el país, cuando éste fue invadido por una nueva ola semítica, la de los arameos, y finalmente cuando el príncipe caldeo Nabopolasar (625-605 a, de C.) creó el nuevo imperio babilónico. También fue él quien comenzó la reconstrucción de la Torre de Babel.

La construcción de la torre llamada Etetnenanki debió de haber sido terminada en el año 570 a. de C. bajo el reinado de Nabucodonosor, o sea en una época en la que los judíos ya habían sido conducidos al destierro babilónico, siendo con ello testigos de este proceso. Herodoto lo describe detalladamente:

«El templo es una estructura cuadrada de 400 m de longitud lateral, con puertas de bronce. Yo lo he visto en su tiempo: posee una poderosa torre central, de 200 m en cuadro, sobre ella se eleva una segunda, sobre ésta una tercera y así sucesivamente hasta la octava torre. Se puede subir a cada una de las ocho torres por medio de una escalera de caracol exterior. A mitad del recorrido se han instalado asientos para descansar. Sobre la torre más alta se encuentra un gran templo.»

Las excavaciones han confirmado esta descripción en lo esencial.

El comercio de caravanas, que desde la India se extendía hasta Egipto, la convirtió en la metrópoli más rica del mundo, en una ciudad millonaria con suntuosos palacios y jardines olorosos, fastuosos templos y soberbias calles, pero sobre todo con la Torre de Babel, como la llamaban los hebreos, de la que se dice en el Génesis: «Ea, vamos a edificarnos una ciudad y una torre con la cúspide en los cielos y hagámonos famosos.»


La historia de la Torre de Babel es uno de los mitos más conocidos de la Biblia. Narrado en el Génesis (11, 1-9), este episodio se sitúa después del Diluvio, cuando los descendientes de Noé se extienden, y antes de la historia de Abraham.


Resumidamente, en este capítulo se relata que: cuando en toda la tierra se utilizaba una sola lengua, los hombres, emigrando del Oriente, después del Diluvio, se instalaron en el país de Sinar; primero edificaron una ciudad y después quisieron construir una Torre que llegara hasta el cielo y así conseguir ser famosos. Pero Dios viendo que estaban llenos de orgullo, les confundió y les castigo con la imposibilidad de entenderse: hablarían idiomas diferentes de modo que no podrían concluir la construcción de la Torre. Y así se dispersaron por la faz de la tierra.

Ahora bien, esta leyenda acerca de la Torre de Babel, y la confusión de lenguas, como sucede con tantas otras, no es original de la Biblia hebrea, sino que fue tomada de las tradiciones de los caldeos y babilonios. George Smith encontró el original en un fragmento mutilado de las Tablillas Asirias. Estos fragmentos de las Tablillas Asirias, evidentemente copiadas casi por completo de los primitivos registros de Babilonia, son innegablemente los originales del Génesis de Moisés, del Diluvio, de la Torre de Babel, del niño Moisés flotante en las aguas y de otros sucesos.

Resulta interesante constatar como en esas tablillas se cuenta el episodio de la Torre de Babel:

"Elevé la cúspide de Etemenanki de la Torre escalera de manera que su cúspide rivalizara con los cielos (...) su cima llegará a los cielos."

"La construcción (...) ofendió a los dioses. En una noche derribaron lo que se había construido, los esparcieron e hicieron extraña su habla, impidieron su progreso."

La similitud con el relato bíblico es asombrosa.


Ziggurat

En Babilonia las construcciones de tipo religioso más importantes fueron los ziggurats o Torres Templos. La legendaria Torre de Babel era un ziggurat que se llamaba “Etemenanki”, es decir "Casa del Fundamento del Cielo y de la Tierra". Por otra parte, la palabra "Babel", del babilonio "Bab-ili", significa "Puerta de Dios", pero relacionada con la raíz hebrea "bll" o "blbl", indica "confusión", como se indica en el Génesis.

Según descripciones clásicas, los ziggurats eran torres escalonadas que podían medir 90 metros de alto y 90 metros de base, y cada piso estaba pintado de un color. Descripciones de este estilo aparecen por ejemplo en la Tablilla de Esagil, que se conserva en el Museo del Louvre, en la que, entre otros datos, aparecen las medidas de un ziggurat, que podría ser la Torre de Babel: "Medidas del kigal de Etemenanki a fin de que tú veas su longitud y anchura: 60.60.60 es la longitud, 60.60.60 es la anchura contada en codos suklum..."

En Caldea, los ziggurats, generalmente eran torres de tres pisos, a cuya categoría perteneció la famosa Torre de Babel, estaban pintados de tres colores: negro, blanco y rojo púrpura. Para dar una idea del alcance extraordinario que en la Filosofía Hermética toma el simbolismo de los colores de la Gran Obra, observemos que siempre se representa a la Virgen vestida de azul (equivalente al negro), a Dios de blanco y al Cristo de rojo.

Además de ser un edificio dedicado a la divinidad, el ziggurat era también un observatorio astronómico construido por los adeptos de la Primitiva Religión de Sabiduría o Doctrina Secreta.

Como lugar sagrado, se dice que estaba construido en un lugar mágico. La Torre de Babel es posible que fuese construida sobre una base más antigua. No olvidemos que Babilonia fue destruida y arrasada varias veces. La Historia nos cuenta que la ciudad fue fundada sobre un asentamiento anterior, una aldea llamada Ka-DingirRa, la Puerta de Dios.


Según muchos autores, la Torre de Babel fue levantada por Nemrod, rey de Babilonia (Gen. 10, 8­10). Como quiso desafiar a Hashem, su orgullo hizo que se perdiera el Lenguaje de Oro y que los hombres ya no se comprendiesen, y que se separasen sin acabar la Torre.



Explicación e Interpretación esotérica.
La incomprensión existente en torno al mito de Babel lo ilustra y legitima su actualidad. Así, gente procedente de distintos nichos culturales otorga distintos significados a la leyenda. De esta forma, un cristiano verá en él el pecado de la vanidad del hombre que quería alcanzar a Dios, y el castigo divino del fuego y la destrucción del proyecto común; un arqueólogo o empresario emprendedor lo mirará desapasionadamente y se pondrá a buscar zigurats por Irak a ver si encuentra algo parecido y así se hace tan famoso como Schliemann al descubrir Troya. Los psicólogos, por el contrario, pueden ver en la Torre un referente para el análisis de las dinámicas de grupos, Alejandro González Iñárritu vio en ella una oportunidad de hacer otra película más sobre historias cruzadas y el sociólogo Niklas Luhmann seguro que ve una ejemplificación de su teoría sociológica de sistemas y dinámicas macrosociales.

La historia bíblica nos habla de gentes de oriente que hablaban una sola lengua y que llegaron a la tierra de Shinar y se dijeron “vamos, hagamos ladrillos y cozámoslos al fuego” (Génesis XI), y se pusieron a construir la torre para que llegara al cielo. Entonces Dios se cabreó con ellos y los confundió haciéndoles hablar muchas lenguas para que dejaran de trepar y se dispersaran por la tierra y se multiplicaran. El Talmud por el contrario cuenta que Dios lo que hizo fue destruir la torre incendiándola porque algunos de los que la construían querían subir para declararle la guerra en su reino de los cielos.

Sea como fuere el abandono de la torre, lo importante es que el idioma original del hombre se perdió y se dividió en 72 lenguas (una de las cuales, según Esteban Garibay era por supuesto el vasco). Y se dividieron en tribus y se dispersaron como hinchas de distintos equipos después de un partido, formándose las naciones y la falta de entendimiento que caracteriza nuestra civilización actual.

El afán integrador de una humanidad dividida ha estado siempre presente, y para ello se ha emprendido en numerosas ocasiones la loable tarea de encerrar niños incomunicados a ver qué palabras aprenden de Dios, a ver cuál era el lenguaje original divino antes de la caída de Babel. Se hace esto desde hace 2.700 años; lo han efectuado el faraón Psamtik, el rey Jaime V de Escocia, el emperador Federico II Barbarroja y el emperador Akbar de la India, obteniendo que el idioma original era el pirgio, el hebreo y ninguno en los dos últimos casos porque los niños murieron sin decir palabra. (El último intento de descubrir el lenguaje original del hombre lo realizó, conforme a “ciudad de cristal” de Paul Auster, un tal Stillmann, al parecer con cierto éxito, pero tampoco podemos fiarnos mucho).

Algo más materialistas y aprovechando lo publicitada que está, los buscadores de tesoros y fama se empeñan en ver Babel en cada rastro de torre grande que se encuentran por la zona, y van chillando a turnos: “¡he encontrado Babel, es el ziggurat de Etemenanki!”, y otro contesta, “¡No, yo la he descubierto, está en Borsippa, a 11 millas ruta Babylón!”. Pero no ha de confundirse la historia con los gritos de los fruteros del mercado.

Un dato que debería llevarnos a cierta reflexión es la presencia del mito de Babel en tradiciones bastante distantes. El Corán sitúa el mito en el Egipto de la época de Moisés, y -lo más extraño- también hay un mito mesoamericano que habla de la construcción de la gran pirámide de Cholula con objeto de arrasar el cielo, y de su destrucción por parte de los dioses y la confusión de las lenguas de los trabajadores. Este mito se lo contó a fraile dominicano Diego Duran un sacerdote de Cholula de 100 años de edad, poco después de la conquista de México. También hay una antigua leyenda tolteca que cuenta aproximadamente lo mismo. Historias similares corren por Nepal y el norte de la India, así como en China. En todas se habla de una única lengua original, del desafío del hombre a Dios y de la instantánea confusión de lenguas a manos de éste. Finalmente, el Dr. Livingstone contó que las tribus cerca del lago Ngami tenían una tradición similar (pero en vez de confundir sus lenguas, Dios les derribaba pedruscos de la torre sobre su cabeza, así que el mito no cuenta).

Naturalmente, pretender que la torre de Babel se construyó en todos esos emplazamientos es casi tan absurdo como asegurar que todos están equivocados salvo nosotros, de tradición cristiana, que somos más inteligentes e interpretamos mejor los “clásicos”. Este es uno de los problemas que surgen de mirar al mundo desde el piso de la torre en el que uno se encuentra, pretendiendo que dicha perspectiva es la única posible.

Cuando encontramos la misma leyenda en distintas culturas, ¿qué es aquello a lo que debemos atender?, ¿qué es lo que no cambia estemos en Irak o en Yucatán? Hay dos cosas que no cambian: que somos seres humanos y que tenemos este mito. Por lo tanto, quizás debiéramos partir de los dos únicos datos seguros que permiten establecer una teoría sólida.

Desde la interpretación esotérica, buscar todos los edificios u objetos mencionados en la Biblia resulta tan absurdo como interpretar literalmente su significado y creer que efectivamente algo llamado Dios bajó del cielo, y que estaba enfadado, y que bla, bla, bla. Para la tradición esotérica, la Biblia entera es una metáfora, así como todo texto religioso. El mito de Babel, por tanto, también lo es. La separación de lenguas significa la fragmentación de la unidad, la división… Y la división significa la caída, porque la voluntad del hombre no puede realizarse si su ego está dividido. La división no fue solo entre personas, fue además en cada uno de nosotros. Vencer la división y alcanzar la unidad, el absoluto, equivale a vencer a las mil cabezas de esa hidra que es el ego, ese cúmulo de “yoes” que van turnándose para reclamar comida, fama, sexo, dinero, diversión, amor, victoria o molestias de ese estilo.

Babel está compuesta de dos palabras: “Baa”, que significa “puerta”, y “El” que significa “Dios”. Por tanto, la torre es una puerta hacia Dios. Cuando se habla de una puerta hacia Dios, resulta absurdo interpretar literalmente que hay que subir a saltitos escalón tras escalón y al final te plantas en el cielo y conoces a Dios, le pides un autógrafo, te regala una carpeta y un bolígrafo de promoción, te da palmaditas en la espalda y cosas así… Desde una perspectiva esotérica la puerta hacia Dios nunca ha estado fuera de uno mismo, sino disponible en cada uno de nosotros, esperando ser descubierta. Evidentemente, no podemos encontrarla si solo miramos al estrecho cuartito del piso de la torre donde nos encontramos. Y si miramos “desde la torre” no vemos “la torre”, sino la vista correspondiende a nuestro cuartito, una distorsión del absoluto.

La torre, que es una torre helicoidal, está por tanto mostrando un camino, un camino cuesta arriba, que parte de lo concreto y efímero (la tierra) y lleva hacia lo abstracto y trascendente (el cielo). Ante el reto de cómo representar un camino interior, abstracto… humanos de todo el mundo acuden al significado simbólico más evidente: la construcción humana (no natural, de ahí el ladrillo) interior de un camino que sube, como las plantas cuando evolucionan, que sube hacia la luz, las estrellas, lo infinito. El mito de la torre de Babel es arte, no mera descripción homérica de hechos históricos. Esto es lo que diferencia esta historia de la de Troya.

Conforme al místico armenio Gurdjieff de principios del siglo XX, de quien hablaremos en un artículo posterior, el mito de Babel cobra un cariz absolutamente distinto. La humanidad se halla dividida en estratos, fundamentalmente cuatro. El externo es al que pertenece la casi completa mayoría de la población, vive en el anonimato, no se comprende con los demás, todo cuanto ve es reflejo de su propio ego, interpreta conforme a su propio idioma mental, vive en lo imaginario, prejuicial… incomprendido e incapaz de comprender nada más allá de su nariz. Una tremenda barrera divisoria separa este estrato de los otros tres, llamados exotérico, mesotérico y esotérico respectivamente. Las personas que residen en dichos estratos tienen conocimiento del camino hacia el Absoluto, los exotéricos un conocimiento meramente teórico y los esotéricos un conocimiento teórico y también práctico. Continuamente se lanzan mensajes desde los círculos esotéricos hacia la confusa turba de afuera para tratar de dirigir a los hombres hacia sus propias posibilidades evolutivas, para sacarlos de la incomprensión y la división y permitir que en ellos se alce la unidad. Se trata del camino o “los caminos” místicos de acercamiento a aquello a lo que se llama Dios desde esta perspectiva; no una entidad separada de ti que te gobierna, sino más bien el “todo”, el “absoluto”.

El lenguaje no es la única barrera, solo las ejemplifica. La incomprensión es total: no escuchamos lo que dicen sino que remitimos a categorías mentales prefijadas, etiquetamos personas, actitudes, formas, obligaciones, tonos, sonidos, animales y desde ese mismo momento dejamos de ver la realidad y comenzamos a vivir en nuestra imaginación. El pasado y el futuro contaminan la experiencia del presente hasta tal punto que todo lo que vivimos termina siendo engorrosa repetición de este pasado o inútil ensoñación del futuro. La división de las lenguas es una metáfora de la división humana, de cómo estamos alienados, encerrados en cubículos autorreferenciales que nos impiden movernos por la torre, evolucionar.

“La torre de Babel”. La característica fundamental que tradicionalmente se ha señalado pinturas es el abandono de un diseño helicoidal. Esto era interpretado como la imposibilidad de una evolución de los estilos artísticos, que van montándose unos encima de otros (cada piso es distinto). Desde la perspectiva esotérica señalada, indicaría una división insalvable en el camino hacia Dios.

Sin embargo, el pintor abstracto turolense Gonzalo Tena descubrió algo en el cuadro de Brueghel. Descubrió, de hecho, un camino oculto que permitía atravesar las plantas, camino que se inicia abajo a la derecha desde la barca y que sube hacia las 10:00, a través de escaleras disimuladas en una parte derruida y tablones de madera que marcan una clara dirección, hasta arribar a una cabaña pegada al muro, donde Gonzalo Tena identifica al propio Brueghel, que se ha dibujado a sí mismo en el tercer piso de la torre, pintando el mismo cuadro en el que aparece pintado, observándolo con unas lentes de aumento, instrumentos requeridos también por nosotros para identificar al pintor alemán.

De forma que hay un camino, arduo y peligroso, eso sí, que permite atravesar las divisiones aparentemente insalvables.

Pero eso no es todo, sino que el propio diseño aparentemente “no helicoidal” de la torre se pone en cuestión, al descubrir Gonzalo Tena que junto al dibujo de Brueghel hay una ventana y una puerta distintas de las del resto del piso, como las del siguiente. Juzgando imposible que este y otros detalles fueran errores, la conclusión es que esta evolución artística progresiva es posible, que los estilos pueden entenderse y la diversidad conciliarse, que el ser puede cambiar poco a poco andándose la torre entera, o más rápido caminando por el abrupto sendero abierto en el muro de la torre de Babel.

Pero para ello debe superar la incomunicación, debe salir de su piso, sea cual sea, y moverse, caminar, liberarse de los condicionamientos y de la identificación con el idioma, la tribu, el hogar… liberarse del pasado y del futuro y caminar torre arriba.

Y sin embargo la construimos incesantemente en lo externo, la buscamos fuera sin comprender que no va a cambiar nada fuera jamás si no es en correlación con un cambio interno, porque para nosotros solo existe lo que tiene un nombre en nuestra mente; lo demás son alaridos de bárbaros, cómicos, incomprensibles, despreciables... ¡Como en casa en ninguna parte,


El librito esta lleno de simbología que se han tomado por ciertas, ejemplos claros la supuesta esclavitud en Egipto, y los años en el desierto, que en realidad representa que tomos somos esclavos de algo y que para liberarnos hay que cruzar un largo trecho, el desierto representa que debemos ser humildes y despojarnos de lo que no necesitamos y bueno los números eso es mas kabala y numerología



La Torre de Babel es una construcción mencionada en la Biblia. Según se narra en el capítulo 11 del Génesis, los hombres pretendían, con la construcción de esta torre, alcanzar el Cielo.

Hashem, para evitar el éxito de la empresa (que se oponía a su propósito de que la humanidad se extendiera por toda la superficie de la Tierra, se multiplicara en ella y la sojuzgara), hizo que los constructores comenzasen a hablar diferentes lenguas, luego de lo cual reinó la confusión y se dispersaron.

Nimrod, quien fue el primero en hacerse rey después del Diluvio, y a quien la Biblia identifica como un poderoso cazador opuesto a Yahveh, es señalado como el verdadero gestor de la idea de llevar a cabo esta enorme empresa. Algunos han intentado identificarlo con Sharrukin o Sargón I de Akkad, el fundador del primer Imperio semita (acadio) de que se tiene memoria. Otros creen ver en este vigoroso cazador la figura del dios asirio Ninurta, dios de la guerra y de la caza que, como Nemrod, se placía en cazar a sus enemigos.

Al no disponer de piedra para la construcción, se decidió fabricar ladrillos. Y como tampoco contaban con cal, usaron betún como argamasa.

El tiempo aproximado de su construcción puede deducirse de la siguiente información. Péleg (cuyo nombre se perpetuó en el de una ciudad en la confluencia del Éufrates con el Khabor, mencionada en las tablillas de la ciudad de Mari, en el Éufrates medio, y que en la época grecorromana llevó el nombre de Phaliga) habría vivido desde aproximadamente 2269 hasta aproximadamente 2030 a. de J.C. Su nombre significa "División", porque "en sus días se dividió la tierra", esto es, "la población de la tierra"; "de allí los había esparcido Yahvêh sobre toda la superficie de la tierra".Un texto cuneiforme de Shar-kali-sharri, rey de Akkad (y sucesor de Sargón I de Akkad), quien vivió en el tiempo de los patriarcas, menciona que restauró una torre-templo en Babilum (Babel, Babilonia), con lo que da a entender que tal edificio existía antes de su reinado. De hecho, en los registros sumerios aparece mencionada como Kadingira, que es el equivalente sumerio del akkadio Babilum.

Arqueología

Durante cuatro siglos arqueólogos occidentales intentaron ubicar esta famosa construcción en la zona del actual Iraq. Entre otros sitios, fue buscada en Akar Quf (al oeste de Bagdad), donde antaño existió Dur Karigalzu (las ruinas retorcidas de cuyo zigurat, identificado por algunos viajeros con la Torre de Babel, todavía desafía a los vientos que la han modelado); y en Birs Nimrud, donde se encuentran las ruinas de la antigua Borsippa, situada cerca de los restos de la antigua Babilonia, hacia el suroeste.

En 1913, el arqueólogo Robert Koldewey encontró una estructura en la ciudad de Babilonia que él identificó como la torre de Babel. Esta torre habría sido destruida y reconstruida en numerosas ocasiones, debido al cambiante destino de la zona. La destruyeron los asirios y también los arameos. Y fue reconstruida en varias oportunidades por los príncipes caldeos, entre ellos Nabopolasar (625-605 a. C.). Se estima que la construcción más antigua de la Etemenanki, «Casa de la Fundación del Cielo y de la Tierra» se construyó durante el III milenio antes de Yeshua.

La base de esta torre habría sido un cuadrado de 92 m de lado, y su altura original habría sido aumentada en tiempos de Nabopolasar y Nabucodonosor II (605-592 a. C.), para hacerla una digna exponente de su poderío y grandeza. Cálculos basados en otras excavaciones arqueológicas determinaron que esta torre escalonada pudo haber tenido entre 60 y 90 m de altura.

Se conserva una muy interesante y detallada descripción de este zikkurratu (zigurat) en los escritos de Heródoto, llamado el "Padre de la Historia", quien visitó Babilonia.
En medio de cada uno de los dos grandes cuarteles en que la ciudad se divide, hay levantados dos alcázares. En el uno está el palacio real, rodeado con un muro grande y de resistencia, y en el otro un templo de Júpiter Belo con sus puertas de bronce. Este templo, que todavía duraba en mis días, es cuadrado y cada uno de sus lados tiene dos estadios. En medio de él se va fabricada una torre maciza que tiene un estadio de altura y otro de espesor. Sobre esta se levanta otra segunda, después otra tercera, y así sucesivamente hasta llegar al número de ocho torres. Alrededor de todas ellas hay una escalera por la parte exterior, y en la mitad de las escaleras un rellano con asientos, donde pueden descansar los que suben. En la última torre se encuentra una capilla, y dentro de ella una gran cama magníficamente dispuesta, y a su lado una mesa de oro. No se ve allí estatua ninguna, y nadie puede quedarse de noche, fuera de una sola mujer, hija del país, a quien entre todas escoge Dios, según refieren los Caldeos, que son sus sacerdotes.

Hoy sólo se conservan ruinas de ella ya que su construcción fue hecha con materiales muy sensibles a la intemperie.

Simbología

La explicación bíblica del por qué de los diferentes idiomas ha tenido tres representaciones principales en el arte: la construcción de la torre, la destrucción de la torre y la confusión de las lenguas, seguida de la dispersión. Los dos primeros han sido mucho más representados.

La torre se representó en diferentes épocas al modo de las torres que en la época y el lugar se usaban, pero con rampas exteriores helicoidales a partir de finales del siglo XVI. El tema se hizo más raro a partir del siglo XVII.

El tema de la destrucción no se basa en el Génesis, donde sólo se insinúa, sino en el Apocalipsis, que lo trata en su capítulo 18. La escena se ha representado con grandes vientos o con rayos salidos del cielo. La confusión de lenguas se ha usado en conjunción con los anteriores, pero también asociado al milagro de las lenguas que se ponen a hablar los apóstoles en Pentecostés. Este último punto no tiene mucho sustento porque el Génesis fue escrito mas de 1000 años antes del acontecimiento de Pentecostés y la torre existió 3000 años antes del mismo

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