martes, 6 de octubre de 2009

Isaías 53 develado

Los malvados idólatras, que se disfrazan de santidad, insisten en descubrir a su falso redentor y falso dios en las líneas de Isaías 53.
Sobre esto ya hemos escrito anteriormente, así pues busca lo que está publicado en serjudio.com.

Ahora te daré un breve resumen, una lectura comprensiva del capítulo, pero antes tienes un deber.
Habrás de leer el capítulo 52 y el 54 y contestar a una simple pregunta:
¿Quién es el desolado, arruinado, adolorido, que el Eterno eleva por sobre sus opresores y sostiene en un sitial de grandeza?

(La respuesta te la facilito ahora: el pueblo judío. Pero, ve, lee, comprúebalo).

Esto es importante que lo sepas, porque te da la correcta idea de en dónde estás parado: en una sección que trata sobre la caída, exilio y restauración del pueblo judío.
Te describe al siervo sufriente con declarada claridad: es el pueblo judío, ve, léelo por favor, no me creas a mí, está en el capítulo 52 y 54 de Isaías.
¿Los habías leído, no?

Ahora:
(1) ¿Quién ha creído nuestro anuncio? ¿Sobre quién se ha manifestado el brazo del Eterno?
Las naciones gentiles, especialmente los enemigos de Israel y del Eterno reconocen pasmados lo que de otra forma no podrían creer.
Ellos con sus propios ojos están viendo el renacer del sometido Israel.
Aquel pueblo judío que creían muerto y perdido, ahora está más vivo que nunca, más promisorio que siempre.
Ellos ven el renacer del siervo, del pueblo judío y están estupefactos, pero la realidad es clara, nadie ha derrotado por completo a Israel, ningún genocida a conseguido la “solución final”, e Israel renace de entre las llamas de los hornos crematorios, revive, retorna a su patria, se fortalece, está a la cabeza de las naciones señalando la ruta a seguir.
Miremos el siglo XX, el pueblo judío estaba destinado a perecer, a ser exterminado, nazis, imperialismo soviético, imperialismo islamista, cristianismo, entre otros quisieron acabar con los judíos, pero no lo consiguieron ni lo conseguiran.
¿Quién lo hubiera creído de no haberlo visto?
¿Cómo negar el milagro constante que permite al pueblo judío sobrevivir a todos los planes para eliminarlo?
¿Cómo negar que es Dios el que lleva con Su brazo a Israel a resurgir y fortalecerse?

(2) Subió como un retoño delante de él, y como una raíz de tierra seca. No hay parecer en él, ni hermosura; lo vimos, pero no tenía atractivo como para que lo deseáramos.
Nadie daba un centavo por la nación judía a principios del siglo XX, mucho menos durante las persecusiones infames y matanzas millonarias de los salvajes nazis.
¿Quién hubiera dicho que el pueblo judío renacería?
Pero además, la tierra de Israel estaba convertida en un pantano desértico, pero de pronto con la mano de judíos fue renaciendo, se fue convirtiendo en un jardín florido, hermoso, productivo, bello, impresionante.
Rodeado de enemigos sin fin, igualmente resistió y resiste. No con la fuerza de las armas, ni de la potencia economómica-política, ya que todos estos están en manos de sus enemigos.
Del lado judío está el Eterno, esa es su fuerza y sentido.
Israel como un pequeñito retoño renació, nadie daba un centavo por él; las apuestas estaban en contra augurando el porvenir del estado de Israel.
Pero, ahí está, firme, aguerrido, creciendo, rodeado de lobos feroces pero vivo y con vida. Es una potencia cultural, potencia espiritual, potencia que no agrede ni conquista, sino que sobrevive y dota de vida a quien quiere sumarse a su lado.
Pero antes, durante siglos era un asco…
Y la nación judía, masacrada, detestada, acusada en falso, ¿qué atractivo tenía a ojos de las gentes?
Ellos se mofaban del siervo sufriente, hacían burla de los judíos…

(3) Fue despreciado y desechado por los hombres, varón de dolores y experimentado en la enfermedad. Y como si escondiera su rostro, lo menospreciamos y no lo estimamos.
¿Quién tenía en estima a los judíos?
La larga lista de odios, agresiones, exilios no tiene límite.
Dolores miles, tormentos sin par.
Siempre a manos de ignorantes, o de rebeldes en contra del Eterno.
Se nos malatrató de todas las maneras posibles: se nos echó de nuestra patria, se nos prohibió la residencia en muchos lugares, se nos negó el derecho a “ser humanos”, se nos confiscaron los bienes, se nos vetó el poder trabajar, se nos impuso duros castigos, se nos acuso vilmente de asesinos de dioses, se nos demandó convertirnos a la prostituida religión o morir en la hoguera… ¿sigo contándo las miles de torturas a las que se nos sometió por parte de nuestros enemigos?
¿Y quién daba un centavo por nosotros?
¿No fuimos en todas las generaciones un siervo doliente a causa de los enemigos de Dios?

(4) Ciertamente él llevó nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores. Nosotros le tuvimos por azotado, como herido por Elokim, y afligido.
Los malvados perseguidores de Israel tenían, y desgraciadamente aún tienen, el desparpajo de maltratarnos, violarnos, agredirnos, matarnos, etc. y todavía dicen que es a causa de que Dios nos rechazó.
¡Estupidez y maldad!
Son ellos, nuestros ofensores los culpables de nuestros males.
El pacto eterno entre Dios y el siervo, que es Israel, es inquebrantable, pero los malévolos siguen empecinados en querer destruirnos, porque odian al Eterno, porque detestan Su Presencia.
Adoran dioses humanos, siguen las tonterías de sus doctrinas, se aferran a sus santos, odian a Israel porque odian al Padre Celestial.
Así ha sido desde siempre, y lo seguirá siendo hasta la Era Mesiánica.

A causa de las enfermedades morales y emocionales de nuestros enemigos, los judíos sufrimos.
Ellos nos martirizan porque están enfermos del alma, sucios hasta más no poder.
Son de lo más aberrante, pero se disfrazan de santidad.
Tan, pero tan perversos, que quieren hacer creer que ellos son los herederos de la herencia que el Eterno ha dado a Israel, pero en verdad solamente siguen sus propias doctrinas de perdición, aman sus negocios, se arrodillan ante el Baal del poder.
Sucios malhechores que castigan a Israel, que lo acusan de sus propias maldades, pero son ellos los enfermos que acusan al sano de sus enfermedades.

(5) Pero a él lo han angustiado nuestras transgresiones, nuestros pecados lo han afligido. El castigo que nos trajo paz fue sobre él, y en sus heridas fuimos nosotros sanados.
Ellos creyeron que acusando a los judíos de sus propias ignominias estarían salvados de tener que pagar su deuda enorme ante el Eterno.
Al tratarnos de “deicidas”, creen que se escapan del juicio del Eterno.
Al tratarnos de traidores, ellos creen ser fieles.
Pero son ellos los que asesinarían a Dios si pudieran.
Son ellos los que viven en constante transgresión y traición al Eterno.
Creen que por maltratarnos, ellos estarán libres de culpa.
Creen que por inventarse un redentor ellos serán redimidos e Israel castigado.
Creen que por acusar a Israel de crímenes que no comete, ellos son justos.
Pero no dejan de ser hediondos truhanes, piratas de la fe.
Como esos “progres” europeos que odian a Dios y a los judíos, y por eso cada acción legítima defensiva del Estado laico de Israel lo toman como una agresión imperialista; pero a cada violento ataque del imperialismo islamista en contra de Israel lo justifican con impunidad y mantos de piadosa mentira.
Como siempre, los enemigos del Eterno odian a los judíos, y achacan a ellos sus propias enfermedades.
Creen que así son más libres, pero solamente son más inmundos.
El siervo, el pueblo judío, sufre a causa de sus locuras.

(6) Todos nosotros nos descarriamos como ovejas; cada cual se apartó por su camino. Y el Eterno lo hirió, con el pecado de todos nosotros.
Ahora las naciones van despertando, de a poco reconocen su maldad, su estupidez, su aversión a Dios que los llevó a odiar a la nación judía.
Ven el renacer de Israel, a la par que están en el período del renacer de la conciencia noájica; entonces se dan cuenta que fueron como ovejas tontas, que perdidas no seguían al Pastor, el Eterno.
Y reconocen que los males del siervo sufriente, del pueblo judío, fueron a causa de ellos.
Ellos con sus conductas maltrataron a Israel, al siervo sufriente, ellos y nadie más.
El Eterno lo permitió, pero cada nación es responsable de sus propias culpas, nadie más.
Cada gentil que hirió a Israel, o fue cómplice de la agresión (como los que fueron cristianos, por ejemplo) deben hacerse cargo de su parte de la culpa y tratar de sanar las heridas. Deben pedir perdón, deben encontrar el camino de la reconcililación, deben ser constructores de Shalom, para equilibrar el daño que han causado.
En el pasado eran ovejas destructoras, ahora se deben reconocer como lo que son: noájidas, personas, constructores de Shalom.

(7) Él fue oprimido y afligido, pero no abrió su boca. Como un cordero, fue llevado al matadero; y como una oveja que enmudece delante de sus esquiladores, tampoco él abrió su boca.
Israel, el siervo sufriente, durantes siglos fue víctima, un puñadito en medio de inmensos océanos de enemigos.
Nadie le prestaba atención a sus palabras, nadie quería oir sus expliaciones. El odio puede más que el oído.
Tal como pasa todavía hoy, con aquellos enfermos del alma que se siguen aferrando por ejemplo a la mitología del dios colgado. O a esos “progres” que defienden a capa y espada el imperialismo islamista con tal de liquidar al Estado de Israel.
En la ONU, ¿quién atiende a Israel?
En el mundo, ¿quién daba lugar a los judíos para defenderse de las continuas agresiones de sus perseguidores?
El siervo sufriente, el pueblo judío, andaba en silencio, como cuando de a miles, de a millones fueron llevados a las cámaras de gas del infernal Hitler.
En silencio, como ovejas que van al matadero…
¿O no es esa la historia?
Acá no hablamos de mitos, de héroes de pacotillas inventados por piratas de la fe. Estamos testimoniando con la historia, cruel y cierta. Antigua y actual.
La historia que no deja momento de respirto al siervo sufriente, al pueblo judío.

(8) Por medio de la opresión y del juicio fue quitado. Y respecto a su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y a causa de la transgresión de mi pueblo fueron heridos.
Pero, llegará el momento del fin del exilio para el siervo.
Los tormentos y genocidio de parte de los enemigos finalizarán.
El siervo dejará de sufrir, aunque nadie dé un centavo por él. Aunque parezca imposible.
La generación que vea el renacer del pueblo judío no dará crédito a sus ojos, pero no podrá menos que testimoniar el renacer del retoño de Israel.
Cuando pase el tiempo del exilio, cuando nuestras propias cuentas sean saldadas, entonces el renacer será a vista de todos.
La Era Mesiánica golpeará con fuerza a todas las puertas y corazones, nadie osará negar lo evidente, que es el reino del Eterno en el mundo.
Un reino real, de oceáno a océano, con esplendor, con prosperidad, con justicia, con equidad.
El siervo muerto demuestra que sigue vivo y que ahora es el que lidera el renacer de la humanidad.
El renacimiento ya ha comenzado. El siervo resurge de los huesos secos y que parecían sin vida.
Israel ha vuelto a parte de sus fronteras. Jerusalén es nuevamente capital de un Estado hebreo. Hay un despertar noájico, de retorno de los gentiles a la Buena Senda.
Estamos en los momentos iniciales del renacer, estamos a horas nada más del comienzo a pleno de la Era Mesiánica.
¿Podemos permitirnos seguir durmiendo?
¿Podemos tolerar que los fanáticos, asesinos, idólatras, terroristas, imperialistas, piratas de la fe, sigan liderando?

(9) Y dispuso con los impíos su sepultura, y con los ricos en sus muertes. Aunque nunca hizo violencia, ni hubo engaño en su boca.
Los judíos fueron tratados con brutalidad, con falta de humanidad, como si fueran escoria.
Se nos acusó de comunistas y de capitalistas; de nacionalistas y de universalistas; de cerrados y abiertos; de afines a la Tradición y de renovadores; se nos acusó de todo, por cualquier cosa se nos quiso eliminar.
Pero a pesar de esto, el siervo prevaleció, Israel está vivo y cada vez más luminoso.
Se nos ha dado por muertos muchas veces, pero nadie logró ni lograra eliminar al pueblo judío de la tierra.
Nosotros prevalecemos, no por la violencia, no por la fuerza, no por las mentiras, no por engaños, sino por la fidelidad al Eterno a través del estudio de Su Torá y el cumplimiento de los preceptos que se nos ha ordenado.
El siervo no precisa disfrazarse de santo, solamente precisa ser fiel, como lo ha hecho siempre.

(10) Y el Eterno quiso quebrantarlo y le enfermó, si pusiera su espíritu cual sacrificio por la culpa, verá descendencia, alargará días; y la voluntad del Eterno en su mano prosperará.
El Eterno permitió las torturas que padecimos.
Es parte de Su plan.
Todo lo que Él hace es justo y bueno, aunque no lleguemos a entenderlo.
La maldad de nuestros agresores contenía una chispa de esperanza.
Con cada azote se abría una herida en nuestra piel, pero al mismo tiempo algo positivo estaba germinando.
A pesar de los intentos de nuestros enemigos, a pesar de la voluntad sucia de los defensores del mal.
Por eso el sufrimiento del siervo, el dolor del pueblo judío, no es en vano.

(11) Por su vivo esfuerzo verá y quedará satisfecho. En su conocimiento mi siervo justo hará lo justo para muchos, y sus pecados él tolerará.
Los gentiles que reconocen el liderazgo espiritual de Israel y que por eso se hacen aliados en la construcción del Shalom, encuentran el camino correcto.
Pero, los que siguen aferrados a dioses colgados, a mitos del pasado, a rencillas en contra de los judíos y en contra de Dios, esos perecen… no tienen posteridad ni vida en la Era Mesiánica.
Por esto, es tan importante el despertar noájico, para que sean cada vez más los constructores de Shalom, que derriten la cera de la idolatría, que quiebran las cadenas de la mentira, que se alían con los judíos en fidelidad para ser edificadores de un mundo mejor.

(12) Por tanto, yo le daré parte con los muchos y con los fuertes repartirá botín, porque derramó su vida hasta la muerte, y a los transgresores ha contado; y él que llevó el pecado de muchos, para los transgresores intercederá.
El sufrimiento no ha sido en vano.
Por cada mortificación el siervo, el pueblo judío, recibe gratificaciones espirituales sin par.
Por cada herida recibida, la nación judía adquiere conocimiento, estatura moral, compromiso con la vida.
Los agresores de Israel perecen y son como el polvo que se lo lleva el viento, pero aquellos que sostienen a Israel son fundamentos del mundo.
Cada gota de sangre judía es vengada por Dios, y ninguno de los ofensores se escapará al juicio severo del Eterno.
Pero cada ayuda es bien cobijada en el seno celestial y retribuida con vida y abundancia eternas.