lunes, 27 de septiembre de 2010

Lo que la biblia realmente dice sobre el sexo

Tanto la Biblia Hebrea, como el Nuevo Testamento abordan directamente asuntos de sexualidad y envían mensajes que son muy diferentes los que le enseñaron a la mayoría de la gente en sus grupos y denominaciones religiosas

(Reverenda Debra W. Haffner, MPH, M.Div. /Trad. Fco. J. Lagunes Gaitán).- La Reverenda Debra W. Haffner dirige la organización interreligiosa Instituto Religioso de Moralidad Sexual, Justicia y Salud y es una ministra comunitaria ordenada Unitaria Universalista. Este artículo fue escrito en 1997, cuando la Rev. Haffner era Presidenta y Directora General del SIECUS, el Consejo de Educación e Información de la Sexualidad de los Estados Unidos de América. Se publicó originalmente en SIECUS Report, October/November 1997, y se vuelve a publicar aquí con autorización.

Durante los dos años anteriores, me he convertido en una estudiante seria y en ávida lectora de la Biblia. Comencé mis estudios con la creencia, común entre muchos adultos con los que he trabajado a lo largo de los años, de que la Biblia menospreciaría o ignoraría la sexualidad.

Al comenzar mi investigación como Asociada de la Universidad de Yale, descubrí algo completamente diferente. Tanto la Biblia Hebrea, como el Nuevo Testamento abordan directamente asuntos de sexualidad y envían mensajes que son muy diferentes los que le enseñaron a la mayoría de la gente en sus grupos y denominaciones religiosas.

De hecho, ahora pienso que una de las principales funciones de los relatos bíblicos es enseñar educación sexual: muchos de los relatos y de La Ley contienen información para ayudar a la gente a entender el importante papel que la sexualidad desempeña en sus vidas.

Y a la inversa, me sorprendió encontrar que la Biblia no dice absolutamente nada sobre la masturbación, el aborto, el control natal, el sexo oral-genital, y otras prácticas sexuales.

Conforme proseguí mi trabajo, gradualmente me percaté de que, al estudiar la Biblia, los lectores pueden ver cómo entendía la sexualidad la gente que la escribió. Y, en el proceso, también pueden ganar un mejor entendimiento de la capacidad de la Biblia para hablarnos hoy sobre estas cuestiones morales.

No hay duda de que ciertas tradiciones eclesiales han ofrecido justificaciones para la opresión sexual. Desde los escritos de Pablo de Tarso, a los de Agustín de Hipona y Tomás de Aquino –y a través de la labor actual de organizaciones fundamentalistas como la usamericana llamada Coalición Cristiana– algunas partes de la iglesia cristiana han intentado controlar, definir y limitar la expresión sexual. De hecho, es claro que el dualismo mente/cuerpo, que caracteriza a mucho del pensamiento cristiano, es el sesgo a través del que la Biblia y las tradiciones eclesiales son utilizadas para limitar la experiencia de la gente, la expresión de su sexualidad y. así mismo, para promover sistemáticamente la opresión de la sexualidad.

Sin embargo, estas mismas herramientas teológicas pueden ayudar a hacer manifiesta una teología sexual revisada. Tanto la escritura, como la historia de la iglesia contienen una mayor riqueza sobre cuestiones sexuales de lo que la mayoría de la gente da por hecho.

LA BIBLIA HEBREA

La Biblia Hebrea (también conocida como Antiguo Testamento) está llena de relatos con temas sexuales. El mismo libro del Génesis incluye más de 30 relatos que tratan temas sexuales.

Los géneros y sexo biológico. El relato de la creación (Génesis 1 y 2) explica el sexo biológico y la razón para la existencia de 2 géneros. Génesis 1 dice que Dios “macho y hembra los creó” (Génesis 1:27) y que entonces Dios los bendijo: “Sed fecundos y multiplicaos” (Génesis 1:28). Génesis 2 es la narración más familiar de la creación de la mujer a partir de la costilla de Adán. Dios reconoce que “No es bueno que el hombre esté solo” (Génesis 2:18), así que se dispone a proveerle de compañía.

De hecho, esta soledad es el primer aspecto de la creación que Dios encuentra desagradable. Adán rechaza todos los animales que Dios le presenta. Es sólo entonces que Dios pone a dormir a Adán para crear a la mujer. Así se destaca la centralidad de la sexualidad y de ambos géneros: “Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen un sola carne” (Génesis 2:24). De acuerdo con estos pasajes, el hombre necesita no solamente compañía y ayuda, sino también una amante. El objetivo de la unión según Génesis 2:24 es el placer sexual, no la procreación. Uno al lado de otro, los dos textos referidos a la creación refuerzan la idea de que la sexualidad es, al mismo tiempo, tanto pro-creativa, como re-creativa.

Las relaciones sexuales y el deseo sexual. La importancia de las relaciones sexuales y el papel del deseo aparecen en numerosas ocasiones en el Génesis. A Eva se le dice que a pesar del dolor del parto, “hacia tu marido irá tu apetencia” (Génesis 3:16). Se dice que seres divinos deseaban la belleza de la mujer humana (Génesis 6:2). Sara describe sus relaciones sexuales como “placer” (Génesis 18:12). Isaac es visto “solazándose con Rebeca” (Génesis 26:8). Lía y Raquel negocian los favores sexuales de Jacob (Génesis 30:14-16). La mujer de Putifar desea fuertemente a José y le pide acostarse con ella (Génesis 39:7). La cópula sexual misma es frecuente y públicamente explicada en el Génesis: de Adán, “Conoció el hombre a Eva su mujer” (Génesis 4:1). “Conoció Caín a su mujer” (Génesis 4:17). “Adán conoció otra vez a su mujer” (Génesis 4:25). Y así sucesivamente.

La belleza física y el amor a primera vista. La belleza física y el amor a primera vista también se incluyen en el Génesis. Rebeca “era de muy buen ver” (Génesis 24:16). Raquel “era de bella presencia y de buen ver” (Génesis 29:17). José era “apuesto y de buena presencia” (Génesis 39:6). Jacob y Raquel se enamoraron a primera vista (Génesis 29) y él esperó felizmente siete años para casarse con ella: “que se le antojaron como unos cuantos días, de tanto que la amaba” (Génesis 29:20). Rebeca mitigó el pesar de Isaac, a la muerte de Sara: “y él la amó. Así se consoló Isaac por la pérdida de su madre” (Génesis 24:67).

La fertilidad. La fertilidad se alude en el Génesis como un don de Dios. Las primeras palabras de Dios para la gente son “Sed fecundos y multiplicaos” (Génesis 1:28). Sin embargo, las matriarcas de la Biblia Hebrea son inicialmente infértiles: “Dios escoge a tres mujeres infértiles y a una mujer [Lía] que no era deseable para su esposo para dar a luz a los niños que heredarían el convenio [alianza]”(1). La intervención directa de Dios ayuda a estas mujeres a concebir. Sara tiene su hijo a los 90, luego de una vida de infertilidad (Génesis 21:2). Dios curó a Abimélec, “a su mujer y a sus concubinas, que tuvieron hijos” (Génesis 20:17); Dios solucionó la infertilidad de Rebeca (Génesis 25:21); Vio Yahvé que Lía no era amada, y la hizo fecunda mientras que Raquel era estéril" (Génesis 29:31); pero finamente “Entonces se acordó Dios de Raquel, Dios la oyó y abrió su seno” (Génesis 30:22). La Biblia Hebrea también incluye dos relatos en los que las mujeres infértiles arreglan que sus esposos tengan hijos con otras mujeres: Saray envía a Abrán a tener sexo con Agar (Génesis 16:2), y Raquel dice Jacob,”únete” a su criada Bilhá para poder tener hijos a través de ella (Génesis 30:3).

Los genitales y las funciones corporales. El Génesis también habla directamente sobre los genitales y las funciones corporales. Dios pide a los antiguos “os circuncidaréis la carne del prepucio, y eso será la señal de la alianza entre yo y vosotros” (Génesis 17:11). La circuncisión asegura que la “alianza esté en vuestra carne como alianza eterna” (Génesis 17:13). En 1970, el teólogo y consejero matrimonial David Mace escribió que el pene fue escogido para alojar esta marca debido a que es la parte más santa del cuerpo: “Fue con este órgano especial que él se convirtió, en un sentido especial, en colaborador de Dios”(2).

También habla francamente de la menstruación. Los escritores sabían que el fin de la menstruación era semejante al término de la fertilidad (Génesis 18:11). La menstruación es realmente utilizada como recurso argumental central en el relato de la decepción de Raquel a Labán (Génesis 31:32-35).

Usos destructivos de la sexualidad. El Génesis también contiene numerosas advertencias sobre los usos potencialmente destructivos de la sexualidad. Hay referencias a la violación (Génesis 34:1-4), la violación en grupo (Génesis 19:4-8), el incesto (Génesis 19:31-39), y la prostitución (Génesis 38:15-17). En las tres versiones de la historia de la mujer/hermana, Abrahán e Isaac hacen pasar a sus esposas como sus hermanas y casi ponen en peligro la paz de la tierra (Génesis 12, 26 y 20).

La Biblia, sin embargo, no contiene los mensajes sexuales negativos que la gente asume que contendría. Por ejemplo, Sodoma y Gomorra no es un relato contra las relaciones sexuales mutuamente consentidas entre adultos del mismo género. Más bien, el pecado tiene que ver con la falta de hospitalidad y la violación en grupo. De manera semejante, el pecado de Onán no es por la masturbación, sino por su ignorancia de la ley levítica que indicaba que debía procrear con la esposa de su hermano muerto. Onán no se masturba para evitar la procreación, en general. Practica el coito interrumpido, pues “Onán sabía que aquella descendencia no sería suya y así, si bien tuvo relaciones con su cuñada, derramaba a tierra evitando así dar descendencia a su hermano” (Génesis 38:9), algo que aparentemente realizó con alguna frecuencia.

La sexualidad en las relaciones. La función especial de la sexualidad en el primer año de una relación sexual es resaltada en el Deuteronomio, en esta traducción del Tanaj (Biblia Hebrea): “Cuando un hombre es recién casado, no saldrá con el ejército, ni se le impondrá ningún deber; quedará libre en su casa por un año para hacer feliz a la mujer que ha tomado” (Deuteronomio 24:5). A propósito de este pasaje, el iniciador de la Reforma, Martín Lutero, en el siglo XVI, escribió que es “como si Moisés quisiera decir, ‘El gozo durará un año; luego ya veremos’”(3). Los Proverbios también contienen esperanza para la intimidad sexual continuada en una relación de largo plazo: “Sea bendita tu fuente, y regocíjate con la mujer de tu juventud, amante cierva y graciosa gacela: que sus senos te satisfagan en todo tiempo, su amor te embriague para siempre” (Proverbios 5:18-19).

Relaciones sexuales entre personas del mismo género. La Biblia contiene solamente cuatro versículos que aluden a las relaciones sexuales entre personas del mismo género: dos en el Levítico y dos en el Nuevo Testamento. El Levítico dice que “No te acostarás con varón como los que se acuestan con mujer; es una abominación” (Levítico 18:22), y “Si un varón se acuesta con otro varón, como se hace con una mujer, ambos han cometido una abominación: han de morir; su sangre sobre ellos” (Levítico 20:13). La misma escritura dice que maldecir a tu madre y padre se castiga con la muerte (Levítico 20:9), e igual se castiga tener sexo con la mujer del vecino (Levítico 20:10), con la mujer del padre de uno (Levítico 20:11), con la nuera (Levítico 20:12), con una mujer y al mismo tiempo con la madre de ella (20:14), o con un animal (Levítico 20:15-16). Otras acciones, que se castigaban con el exilio, de acuerdo al Levítico, son ver desnudos a los familiares y tener sexo durante la menstruación (Levítico 20:17-21).

En el Nuevo Testamento, los pasajes iniciales de Romanos condenan las prácticas paganas. Luego se denuncia el sexo con alguien del mismo género: “Por eso los entregó Dios a pasiones infames; pues sus mujeres invirtieron las relaciones naturales por otras contra la naturaleza” (Romanos 1:26), “igualmente los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se abrasaron en deseos los unos por los otros, cometiendo la infamia de hombre con hombre, recibiendo en sí mismos el pago merecido de su extravío” (Romanos 1:27). Además, los versículos de 1 Corintios (6:9-10) y de 1 Timoteo (1:10) hacen equivaler “Ni impuros, ni idólatras, ni adúlteros, ni afeminados [en realidad, prostitutos masculinos rituales, N. del T.], ni homosexuales” con otros pecadores, “ni ladrones, ni avaros, ni borrachos ni ultrajadores, ni explotadores [Biblia de Jerusalén, 1998]” (1 Corintios 6:9-10). Sin embargo, estos dos libros nunca ofrecen definiciones para estos términos.

Así resulta, en el mejor de los casos, inexacto usar la escritura para condenar las relaciones sexuales entre personas del mismo género que sean consensuales y comprometidas. El hecho de que solo cuatro versos traten este tema significa que era de una importancia relativamente pequeña para los autores. En contraste, hay más de 10 prohibiciones en el Levítico contra las relaciones sexuales durante la menstruación, y 17 versos sobre cómo hacer una ofrenda de grano. La Biblia Hebrea también condena comer grasa (Levítico 3:17), tocar el cuerpo de una mujer que menstrúa (Levítico 15:20), y maldecir a los padres de uno (Levítico 20:9, Deuteronomio 21:18-21).

La mayoría de los teólogos modernos creen que estos pasajes sobre hombres que tienen sexo con otros hombres en realidad se relacionan con cultos extranjeros cercanos (Levítico 20:22-23). Tales cultos practicaban la prostitución sagrada –para lo que frecuentemente utilizaban prostitutos masculinos– durante sus prácticas religiosas. La prostitución era una parte aceptada de la sociedad urbana durante los tiempos bíblicos (Véase 1 Reyes 22:38, Isaías 23:16, Proverbios 7:12, y 9:14); la prostitución ritual (es decir, la prostitución como parte de la práctica religiosa) estaba, sin embargo, condenada claramente. El Deuteronomio y Números contienen varias prohibiciones contra esta clase de prostitución (Deuteronomio 23:18 y Números 25:1-3), pero ninguna de las prácticas sexuales con gente del mismo género. Muchos teólogos creen que el Levítico se refiere solamente al uso de prostitutos sagrados, una práctica que no había sido completamente erradicada del Templo, hasta las reformas de Josías (1 Reyes 15:12 22:45; 2 Reyes 23:7)(4).

Es interesante darse cuenta de que hay algunos pasajes poco citados de la Biblia que reconocen el contacto sexual y el amor entre hombres. Por ejemplo, Abrahán pide a su siervo que pronuncie un juramento le dice, “pon tu mano debajo de mi muslo” (Génesis 24:2). David, al hablar de Jonatán, dice: “…[tú me has sido] en extremo querido, tu amor fue para mí más delicioso que el amor de las mujeres” (2 Samuel 1:26). En efecto, Jonatán y David parecen enamorarse a primera vista: “En acabando de hablar David a Saúl, el alma de Jonatán se apegó al alma de David, y lo amó Jonatán como a sí mismo” (1 Samuel 18:1). Y posteriormente, “Jonatán, hijo de Saúl, amaba mucho a David” (1 Samuel 19:1).

El adulterio. A diferencia de su posición sobre el sexo entre personas del mismo género, la Biblia condena claramente el adulterio. Es importante entender, sin embargo, que el adulterio se contempla no sólo como un pecado sexual, sino también como una violación de los derechos de propiedad. En tiempos bíblicos, el adulterio se definía como tener sexo con la mujer, o concubina, de otro hombre sin su permiso, no era tener sexo fuera del matrimonio. En efecto, en Proverbios (6:26) se urge a los hombres a buscar prostitutas, cuya tarifa era equivalente al costo de una pieza de pan, antes de ser tentados por la mujer de otro. La gente en los tiempos bíblicos sentía que un hombre que había cometido adulterio no violaba su propio matrimonio, sino más bien el de la otra mujer y su esposo. Durante el periodo en el que se escribió el Nuevo Testamento, se decía que el esposo cometía adulterio si se divorciaba de su mujer (Mateo 5:32, Marcos 10:11 y Lucas 16:18), lo que se prohibe en varios libros (Romanos 13:9, Gálatas 5:19 y Santiago 2:11).

Hay pocas restricciones para los hombres y el sexo en los códigos del Levítico y el Deuteronomio aparte del adulterio. Por ejemplo, no hay límite para la cantidad de esposas y concubinas (se dice que Salomón habría tenido 700 esposas y 300 concubinas, véase 1 Reyes 11:3), y no se discute la virginidad masculina. La ley no dice nada sobre el comportamiento sexual de una pareja establecida.

El celibato. El celibato no se presenta positivamente nunca en la Biblia Hebrea. Durante el periodo de tiempo de desorganización, en Jueces, la hija de Jefté ruega a su padre por dos meses de gracia antes de morir, pues era todavía virgen: “Que se me conceda esta gracia; déjame dos meses para ir a vagar por las montañas y llorar mi virginidad con mis compañeras” (Jueces 11:37). Las hijas de Israel iban cada año a lamentarse por la hija de Jefté debido a que “La joven no había conocido varón” (Jueces 11:39). De manera similar, se dice que el profeta Jeremías permaneció soltero como un ejemplo de la desorganización que caracterizó a Israel en esa época (Jeremías 16:2).

El Cantar de los Cantares. El libro más abiertamente sexual de la Biblia es el Cantar de los Cantares. A lo largo de la historia, ha habido intentos por entender el cantar de los cantares como una alegoría [Alegoría, en retórica es la figura que consiste en hacer patentes en el discurso, por medio de varias metáforas consecutivas, un sentido recto y otro figurado, ambos completos, a fin de dar a entender una cosa expresando otra diferente. DRAE]. En varios libros sobre el tema, el Cantar de los Cantares es descrito como un libro sobre el amor de Dios por Israel, o sobre el amor de Jesús por la iglesia, o incluso sobre batallas históricas. Los estudiosos modernos, en su gran mayoría, han desechado estas interpretaciones y creen que en éstas “el nivel primario del texto, es explícitamente el del amor humano y en ninguna parte menciona a Dios”(5).

El Cantar de los Cantares celebra el amor erótico entre un hombre y una mujer en una relación notablemente recíproca. Marcia Falk, en el Comentario Bíblico Harper, dice que la “la mujer habla tan asertivamente como el hombre, al iniciar la acción por lo menos con la misma frecuencia; los hombres son libres de ser tan amables y suaves, tan vulnerables, incluso tan tímidos como una mujer. Los hombres y las mujeres se elogian de manera similar por su belleza y sensualidad, y a veces se usan frases idénticas para describir a los amantes de ambos géneros”(6).

El Cantar de los Cantares no habla sobre el sexo en el ámbito del matrimonio, ni de la procreación: a la mujer en el Cantar de los Cantares nunca se le “llama una esposa, ni se le pide engendrar niños. De hecho, sobre el tema del matrimonio y la procreación, el Cantar de los Cantares no dice absolutamente nada”(7).

El Cantar de los Cantares es notablemente explícito en sus descripciones eróticas. Consideremos, por ejemplo, estos dos pasajes:

“Mi amado metió su mano por el hueco de la cerradura;
mis entrañas se estremecieron.
Me levanté para abrir a mi amado,
mis manos destilaron mirra,
mirra goteaban mis dedos,
en el pestillo de la cerradura”… (Cantares 5:4-5).
“¡Qué bella eres, qué hermosura,
amor mío, qué delicia!
Tu talle es como palmera,
tus pechos son los racimos;
pienso subir a la palmera,
voy a cosechar sus dátiles;
serán tus pechos racimos de uvas,
tu aliento, aroma de manzanas,
tu paladar, vino generoso”... (Cantares 7:7-9).

Es interesante que, después del Génesis y los Salmos, el Cantar de los Cantares fuera el libro más frecuentemente expurgado del Viejo Testamento, en la Edad Media. Denys Turner, en ‘Eros y alegoría’ (Eros and Allegory) observa esta ironía: “los varones célibes, sacerdotes y monjes, por siglos han descrito, expresado y celebrado su amor por Dios en el lenguaje del sexo”(8).

Algunos teólogos antiguos prevenían contra este texto: Dionisio el Cartujo, por ejemplo, nos advertía de que el Cantar de los Cantares no debería ser leído por nadie menor de 30 años, y que solamente la gente “reformada y purificada del deseo sexual” no resultaría dañada por su lectura. Gil de Roma (Egidio Colonna) dijo,“el texto aquí parece defectuoso”(9).

Los profetas tardíos (post-exílicos) presentan una imagen mucho más amedrentadora del matrimonio y la sexualidad. Las metáforas de Oseas, Jeremías y Ezequiel retratan relaciones ruinosas: “¡Pleitead con vuestra madre, pleitead, porque ella ya no es mi mujer y yo no soy su marido...” (Oseas 2:2, [Biblia de Jerusalén, Oseas 2:4]). “...Por tanto, cerraré con espinos su camino, la cercaré con seto y no hallará sus senderos” (Oseas 2:6). En estos pasajes, se retrata a Israel como a una esposa adúltera y a Dios como al esposo que la ha repudiado [Metáfora: Aplicación de una palabra o de una expresión a un objeto o a un concepto, al cual no denota literalmente, con el fin de sugerir una comparación (con otro objeto o concepto) y facilitar su comprensión; p. ej., el átomo es un sistema solar en miniatura. DRAE].

Incluso en épocas cercanas al exilio, sin embargo, el amor entre hombre y mujer es mantenido aún como ideal. Por ejemplo, en Jeremías, el Señor dice a Israel, “He decidido hacer desaparecer de este lugar, a vuestros propios ojos y en vuestros días, toda voz de gozo y alegría, la voz del novio y la voz de la novia” (Jeremías 16:9). Se usan numerosas analogías relacionadas con el abuso sexual, la violación y el adulterio para indicar la destrucción venidera.

La promesa de Dios a Israel es relatada en forma de relaciones íntimas. Consideremos esta página de Isaías:

”…sino que a ti se te llamará: ‘Mi Complacencia’,
y a tu tierra: ‘Desposada’.
Porque Yahvé se complacerá en ti,
y tu tierra será desposada.
Porque como se casa joven con doncella,
se casará contigo tu edificador,
y con gozo de novio por su novia
se gozará por ti tu Dios” (Isaías 62:4-5).

Este pasaje nos recuerda el pasaje del Deuteronomio citado más arriba; la relación de una pareja recientemente enamorada es celebrada. Los profetas reconocieron que una relación virtuosa entre un hombre y una mujer es tan santa como el amor de Dios por Israel.

EL NUEVO TESTAMENTO

El Nuevo Testamento incluye poca discusión sobre asuntos de sexualidad. Sin embargo, La Primera Epístola de Pablo a la Iglesia de Corinto (también conocida como 1 Corintios) los trata prolijamente. De hecho, contiene muchos de los temas de los programas de educación sexual vigentes actualmente y puede considerarse como una forma de instrucción sexual para el siglo primero.

La Primera a los Corintios trata de alguna manera 17 temas de sexualidad. En su carta, Pablo trata brevemente sobre la anatomía, las familias, la crianza infantil, los valores, la toma de decisiones, la comunicación, la autoestima y la autoconfianza, el comportamiento sexual compartido y el deseo sexual. También proporciona amplia información sobre los cuerpos, el amor, el matrimonio, los roles de género, la sexualidad y la sociedad, la ley y la religión. La Primera a los Corintios reconoce la sacralidad del cuerpo y de las relaciones sexuales, refuerza la noción de que el deseo sexual es parte de la vida, y respeta la importancia del placer mutuo e igualitario, y de la responsabilidad en las relaciones íntimas. También afirma positivamente al matrimonio y ofrece una brillante descripción del amor.

Pablo creyó que el “cuerpo es templo del Espíritu Santo” (1 Corintios 6:19). También reconoció el carácter sagrado de todas las partes del cuerpo: “…Dios puso cada uno de los miembros en el cuerpo según su voluntad. Si todo fuera un solo miembro, ¿Dónde quedaría el cuerpo? Por tanto, muchos son los miembros, más uno el cuerpo” (1 Corintios 12:18-20). Aunque, desdichadamente, marca una diferencia entre las partes más o menos honorables del cuerpo, afirmó que “…para que no hubiera división alguna en el cuerpo, sino que todos los miembros se preocuparan lo mismo los unos de los otros” (1 Corintios 12:25).

Pablo destacó que las relaciones sexuales son sagradas no deben ser asumidas a la ligera. 1 Corintios 6:12-20 no debe leerse como una condenación de todas las relaciones sexuales, como algunos teólogos creen deducir. Más bien afirma que la sexualidad tiene la capacidad de ejercer un gran efecto sobre nuestra vida. Muchos estudiosos han escrito que ‘porneia’ no debería traducirse como ‘fornicación’, sino como inmoralidad sexual, como se entiende en la Torá, o Pentateuco (10). Pablo instaba a los cristianos a evitar el uso de prostitutas(os) –en especial de los rituales– debido a que el acto físico del coito implica la santidad de hacerse “una carne”. En palabras de William Countryman, Pablo “consideraba al deseo sexual como un apetito natural, aunque uno demasiado central para la identidad humana como para tratarlo casualmente” (11).

Pablo reconoció que los adultos experimentan deseo sexual. Él sentía que la gente tenía la capacidad de tomar decisiones sobre sus sentimientos sexuales, que los sentimientos sexuales no eran incontrolables, y que deberían ser reconocidos y llevados a la práctica sólo en la medida en que apoyen los valores propios (1 Corintios 7:36-8).

Pablo no sugirió sólo la abstinencia, ni el celibato para todos. Él creía que abstenerse permanentemente de las relaciones sexuales era un don especial: “Quisiera que todos fueran como yo: mas cada cual tiene de Dios su gracia particular: unos de una manera; otros de otra” (1 Corintios 7:7). Desde luego, en una admisión sorprendente, declara que su creencia personal en el celibato no proviene de Jesús ni de Dios: “Acerca de la virginidad no tengo precepto del Señor” (1 Corintios 7:25).

Pablo afirma continuamente al matrimonio como el contexto para las relaciones sexuales e insiste en la reciprocidad de los roles. “Que el marido cumpla su deber con la mujer; de igual modo que la mujer con su marido. No dispone la mujer de su cuerpo; sino el marido. Igualmente el marido no dispone de su cuerpo; sino la mujer” (1 Corintios 7:3-4).

Lo que es más, los integrantes de la pareja tienen derecho a esperar relaciones sexuales de manera regular: “No os neguéis el uno al otro sino de mutuo acuerdo, por cierto tiempo…” (1 Corintios 7:5).

Pablo avanzó en su entendimiento de la igualdad entre ambos géneros, pero insistió en la contribución única de ambos. Pese a que hay en su texto algunas líneas claramente patriarcales (Corintios 11:8-10), otros pasajes reconocen la importancia de ambos géneros: “Por lo demás, ni el varón sin la mujer, ni la mujer sin el varón. En el Señor” (1 Corintios 11:11).

La centralidad del mensaje de amor [en su aspecto de ‘caridad’, según la traducción de la Biblia de Jerusalén, 1998] es un componente básico de todo buen programa de educación sexual. Y aquí, Pablo es tan relevante hoy, como lo fue hace dos mil años. El capítulo 13 podría ser un tema central de estudio en los programas educativos sobre la sexualidad.

“La caridad [amor] es paciente, es amable; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe” … “Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta” (1 Corintios 13:4-7).
HACIA UNA NUEVA TEOLOGÍA SEXUAL

Numerosas denominaciones religiosas luchan con cuestiones de sexualidad, y la Biblia es un lugar importante para iniciar estas exploraciones. Jesús y los individuos cristianos que buscan entender la función y el papel que desempeña la sexualidad en sus vidas pueden mirar hacia la escritura en busca de comprensión cercana y entendimiento.

Sin duda, hay una necesidad urgente de una nueva teología sexual que ayude a la gente a reconocer el valor de la sexualidad. El teólogo James Nelson ha afirmado elocuentemente los objetivos de tal teología:

“Será fuerte y positivamente afirmadora de la sexualidad, en el entendimiento de que el placer sexual es un bien moral que se arraiga en el valor sagrado de nuestra sensualidad y poder erótico, y no necesita de justificación alguna a través del potencial reproductivo. Se basará en el respeto por nosotros mismos y por la integridad corporal del otro, y nos ayudará a defendernos contra violaciones sexuales comunes de esa integridad. Celebrará la fidelidad en nuestros compromisos, sin prescripciones legalistas sobre las formas precisas a las que deba atenerse esa fidelidad. Será una ética cuyos principios se apliquen igual y sin dobles estándares a personas de ambos géneros, de todos los colores, edades, condiciones corporales, y orientaciones sexuales”(12).

A esto yo añado, “Amén”. Los sexólogos necesitamos de una nueva mirada hacia la Biblia y su influencia sobre mucha de la gente a la que servimos. Necesitamos entender que la sexualidad es una parte central del ser humano, que los cuerpos son buenos, que el placer es bueno, y que los hombres y mujeres experimentan a un saludable deseo mutuo hacia otras personas.

Tal como es en la actualidad, la sexualidad en los tiempos bíblicos era una fuente de placer e intimidad, así como de miseria y aflicción. Los relatos y pasajes de la Biblia pueden ayudar a la gente a identificar y a vivir de acuerdo a sus propios valores, así como a diferenciar entre las decisiones sexuales que realzan la vida y las que resultan destructivas. Aquellos entre nosotros que somos gente de fe debemos difundir el evangelio, que literalmente significa “la buena nueva”, de que la Biblia afirma una visión saludable y positiva de la sexualidad.

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Nota de la autora: Agradezco a la Yale Divinity School por la oportunidad de participar en su programa de Asociados, así como al cuerpo docente por su ayuda para esta investigación.

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Notas finales
1. S. P. Jeansonne, Women of Genesis (Minneapolis: Fortress Press, 1990).
2. D. R. Mace, The Christian Response to the Sexual Revolution (New York: Abington Press, 1970).
3. Luther's Works, vol. 28 (St. Louis: Concordia Publishing House, 1973), p. 12.
4. L. M. Epstein, Sex Laws and Customs in Judaism (New York: Block Publishing Company, 1948).
5. M. Falk, "Song of Songs," Harpers Bible Commentary (San Francisco: Harper, 1988).
6. Ibid.
7. P. Trible, God and the Rhetoric of Sexuality (London: SCM Press Ltd, 1978).
8. D. Turner, Eros and Allegory (Massachusetts: Cistercian Publications, 1995).
9. Ibid.
10. R. Lawrence, The Poisoning of Eros (New York: Augustine Moore Press, 1989).
11. L. W. Countryman, Dirt, Greed, and Sex (Philadelphia: Fortress Press, 1988).
12. J. B. Nelson, Body Theology (Kentucky: Westminster/John Knox Press, 1992).

miércoles, 8 de septiembre de 2010

La puta de Babilonia

LA PUTA, LA GRAN PUTA, la grandísima puta, la santurrona, la simoníaca, la inquisidora, la torturadora, la falsificadora, la asesina, la fea, la loca, la mala; la del Santo Oficio y el Índice de Libros Prohibidos; la de las Cruzadas y la no...che de San Bartolomé; la que saqueó a Constantinopla y bañó de sangre a Jerusalén; la que exterminó a los albigenses y a los veinte mil habitantes de Beziers; la que arrasó con las culturas indígenas de América; la que quemó a Segarelli en Parma, a Juan Hus en Constanza y a Giordano Bruno en Roma; la detractora de la ciencia, la enemiga de la verdad, la adulteradora de la Historia; la perseguidora de judíos, la encendedora de hogueras, la quemadora de herejes y brujas; la estafadora de viudas, la cazadora de herencias, la vendedora de indulgencias; la que inventó a Cristo loco el rabioso y a Pedro piedra el estulto; la que promete el reino soso de los cielos y amenaza con el fuego eterno del infierno; la que amordaza la palabra y aherroja la libertad del alma; la que reprime a las demás religiones donde manda y exige libertad de culto donde no manda; la que nunca ha querido a los animales ni les ha tenido compasión; la oscurantista, la impostora, la embaucadora, la difamadora, la calumniadora, la reprimida, la represora, la mirona, la fisgona, la contumaz, la relapsa, la corrupta, la hipócrita, la parásita, la zángana; la antisemita, la esclavista, la homofóbica, la misógina; la carnívora, la carnicera, la limosnera, la tartufa, la mentirosa, la insidiosa, la traidora, la despojadora, la ladrona, la manipuladora, la depredadora, la opresora; la pérfida, la falaz, la rapaz, la felona; la aberrante, la inconsecuente, la incoherente, la absurda; la cretina, la estulta, la imbécil, la estúpida; la travestida, la mamarracha, la maricona; la autocrática, la despótica, la tiránica; la católica, la apostólica, la romana; la jesuítica, la dominica, la del Opus Dei; la concubina de Constantino, de Justiniano, de Carlomagno; la solapadora de Mussolini y de Hitler; la ramera de las rameras, la meretriz de las meretrices, la puta de Babilonia, la impune bimilenaria tiene cuentas pendientes conmigo desde mi infancia y aquí se las voy a cobrar.

La puta de Babilonia, como llamaban los albigenses a la Iglesia de Roma según la expresión del Apocalipsis, saca a la luz el voluminoso sumario de los crímenes perpetrados en nombre de Cristo por su Iglesia desde el año 323 en que, apoyada por el emperador Constantino, pasó de víctima a victimaria.

Con el correr de los años esta Iglesia afianza su poder mandando a la hoguera a quienes disentían de sus opiniones o se oponían a su dominio acusándolos de herejía, en tanto el Papa de turno juntaba bajo su triple tiara el poder temporal y espiritual y se declaraba Pontífice Máximo y Vicario de Cristo en la Tierra. Ya en nuestros días Juan Pablo II dedicó sus últimos años de pontificado a pedir perdón por un centenar de esos crímenes.

Con gran rigor histórico y académico, Fernando Vallejo desenmascara una fe dogmática que durante mil setecientos años ha derramado la sangre de los hombres y los animales invocando la entelequia de Dios o la extraña mezcla de mitos del Oriente que llamamos Cristo, cuya existencia real nadie ha podido probar. Una obra que desmitifica y agrieta los pilares de una institución tan arraigada en nuestro mundo actual.

El colombiano Fernando Vallejo ha escrito en La puta de Babilonia, con el rigor y la excelente prosa a que tiene acostumbrados a sus lectores, un valiente alegato que renuncia al eufemismo y desenmascara las prácticas de una institución eclesiástica demasiado apegada a los intereses terrenales y al poder político y económico.

Lo publica Seix Barral y es un ajuste de cuentas con la Iglesia de Roma, la puta de Babilonia del Apocalipsis, a través del sumario de crímenes perpetrados en nombre de la fe y de Cristo desde su acceso a los poderes terrenales con el emperador Constantino. Mil setecientos años de sangre derramada y de carne de hereje quemada en las hogueras del Santo Oficio.

Su tono está claro desde el primer párrafo, que no engaña a nadie acerca de lo que se va a encontrar después:

LA PUTA, LA GRAN PUTA, la grandísima puta, la santurrona, la simoníaca, la inquisidora, la torturadora, la falsificadora, la asesina, la fea, la loca, la mala; la del Santo Oficio y el índice de Libros Prohibidos; la de las Cruzadas y la noche de San Bartolomé; la que saqueó a Constantinopla y bañó de sangre a Jerusalén; la que exterminó a los albigenses y a los veinte mil habitantes de Beziers; la que arrasó con las culturas indígenas de América; la que quemó a Segarelli en Parma, a Juan Hus en Constanza y a Giordano Bruno en Roma; la detractora de la ciencia, la enemiga de la verdad, la adulteradora de la Historia; la perseguidora de judíos, la encendedora de hogueras, la quemadora de herejes y brujas; la estafadora de viudas, la cazadora de herencias, la vendedora de indulgencias; la que inventó a Cristoloco el rabioso y a Pedropiedra el estulto; la que promete el reino soso de los cielos y amenaza con el fuego eterno del infierno; la que amordaza la palabra y aherroja la libertad del alma; la que reprime a las demás religiones donde manda y exige libertad de culto donde no manda; la que nunca ha querido a los animales ni les ha tenido compasión; la oscurantista, la impostora, la embaucadora, la difamadora, la calumniadora, la reprimida, la represora, la mirona, la fisgona, la contumaz, la relapsa, la corrupta, la hipócrita, la parásita, la zángana; la antisemita, la esclavista, la homofóbica, la misógina; la carnívora, la carnicera, la limosnera, la tartufa, la mentirosa, la insidiosa, la traidora, la despojadora, la ladrona, la manipuladora, la depredadora, la opresora; la pérfida, la falaz, la rapaz, la felona; la aberrante, la inconsecuente, la incoherente, la absurda; la cretina, la estulta, la imbécil, la estúpida; la travestida, la mamarracha, la maricona; la autocrática, la despótica, la tiránica; la católica, la apostólica, la romana; la jesuítica, la dominica, la del Opus Dei; la concubina de Constantino, de Justiniano, de Carlomagno; la solapadora de Mussolini y de Hitler; la ramera de las rameras, la meretriz de las meretrices, la puta de Babilonia, la impune bimilenaria tiene cuentas pendientes conmigo desde mi infancia y aquí se las voy a cobrar.

Con prosa torrencial, como se ve, apasionada y sin concesiones a la correccción política ni tendencia a andarse por las ramas, Fernando Vallejo hace en esta obra un exorcismo con sus demonios personales, que resultarán familiares también para muchos de sus lectores.

Más de trescientas páginas de buena prosa continua, sin capítulos y en un monólogo narrativo de inusual fuerza persuasiva y con un enfoque que sitúa este libro en la mejor tradición del ensayo: la que desde Montaigne conecta con el pensamiento ilustrado y las propuestas críticas provocadoras.

Será piedra de escándalo para algunos, pero su rigor intelectual, su pulso narrativo y su fuerza persuasiva harán que la aprecien y la agradezcan muchos lectores.

Y que nadie se confunda: las críticas afectan a Lutero y al protestantismo y a Mahoma, el Corán y el islamismo, porque no hay razón para que estos fanatismos monstruosos (…) perduren un día más. Ha llegado la hora de decirles basta.

La historia de la Iglesia es la historia de la persecución inmisericorde del discrepante, a sangre y fuego, del heterodoxo. Con una sabia y efectiva combinación de fuentes documentales y desahogos personales, de rigor histórico y subjetividad, Fernando Vallejo ha escrito una obra que hace no mucho hubiera acabado en la hoguera, purificada por el fuego, seguramente en compañía de su autor.

Y no por falta de ganas, sino porque ya Ratzinger nada tiene. Ni siquiera dientes. Es un inquisidor desdentado que ya no puede torturar ni quemar por más que le nazca del alma. Mentir sí, y extender la mano y expoliar viudas.

http://es.wikipedia.org/wiki/La_puta_de_Babilonia
http://agreda.blogspot.com/2007/04/la-puta-de-babilonia.html
http://www.taringa.net/posts/ebooks-tutoriales/4096239/La-Puta-de-Babilonia---Fernando-Vallejo.html


miércoles, 4 de agosto de 2010

La verdadera historia de Lucifer

La simple mención de su nombre parece evocar el olor del azufre. Se le imagina como el ángel más bello de la creación y también como el causante del mayor drama cósmico jamás ocurrido. Cuenta la leyenda que, seducido por su propio orgullo, arrastró a una gran parte de los ángeles que adoraban a Dios, provocando una rebelión cuyas consecuencias. últimas son la existencia del dolor, la maldad y la muerte en el mundo. Lucifer es considerado desde entonces como el ideólogo del mal, el instigador del lado oscuro del hombre, el tentador primero. Pero su historia está llena de contradicciones, y una de ellas es la ausencia de una verdadera historia. Porque, un acontecimiento de tal magnitud, de tamaña trascendencia para el ser humano, no podía pasar desapercibido para los autores de la Biblia. En sus páginas deberíamos encontrar un relato pormenorizado del suceso y de cuáles fueron sus causas.

Pero no es así. De hecho, el nombre de Lucifer ya no aparece en ninguna Biblia moderna, aunque sí estuvo presente en las antiguas. Fue borrado de la historia, pero no de la leyenda. En realidad, todo el mito moderno de Lucifer parte de un equívoco, de un simple error de traducción.
"Lucifer" es una palabra latina que significa "portador de la luz". Fue empleada por San Jerónimo en Ia elaboración de la Vulgata -la versión en latín de la Biblia- para traducir el término hebreo Helel (literalmente «resplandeciente» de un texto de lsaías. Fue una elección meditada, que buscaba conciliar los distintos sentidos que -según algunos- el texto hebreo parecía contener. Y es que, ya en aquella época, algunos "Padres de la Iglesia" habían creído encontrar en aquellas palabras ¡la descripción de la caída de Satanás.
Hasta aquel entonces Lucifer -también conocido como Heósforo- era tan sólo un dios menor de la nitología grecorromana, un hijo de la diosa Aurora que nada tenía que ver con las tradiciones judías o cristianas. Su condición de descendiente de los dioses influyó en la elección que realizó San Jerónimo.

Pero, ¿qué decía en realidad el texto de Isaías? El profeta recogía la siguiente sátira, compuesta por Yahvé evocando la derrota de su enemigo, el rey de Babilonia: «¿Cómo has caído del cielo, astro rutilante, hijo de la aurora, y has sido arrojado a la tierra, tú que vencías a las naciones? Tú dijiste en tu corazón: "El cielo escalaré, por encima de las estrellas de El elevaré mi trono y me sentaré en la montaña del encuentro, en los confines del Safón; escalaré las alturas de las nubes, me igualaré a Elyón (el Altísimo)". Por el contrario, al sol has sido precipitado, al hondón de la fosa» (Is. 14, 12-11).

La Vulgata empleó la palabra Lucifer en la traducción de la primera frase:
«¿Quomodo cecidisti de coelo, Lucifer qui mane oriebaris?...» Las sucesivas versiones a las lenguas vernáculas conservarían sin traducir esa palabra latina: «¿Cómo caíste del cielo, oh Lucifer, hijo de la Aurora?...» Desde entonces, Lucifer fue considerado un nombre propio. Había nacido la leyenda del ángel rebelde, el mito grecorromano resurgía, la leyenda .pagana se cristianizaba y el origen del mal en el mundo había sido, por fin, hallado. Se había creado un nuevo nombre y un nuevo personaje.
El mito sobreviviría luego al paso de las edades y muchas leyendas medievales se nutrirían de estas ancestrales raíces, creando relatos de gran belleza y simbolismo, pero Isaías -su autor primigenio- sabía muy poco de mitología clásica. Sus fuentes pertenecían a un ámbito cultural muy diferente y el fondo de sus palabras reflejaba un drama que nada tenía que ver con batallas cósmicas entre ángeles, pero sí de luchas entre dioses. O al menos entre hijos de los dioses...

La Verdadera Historia de Lucifer

Para los que creen en la tangibilidad del mal, este articulo es mas que elocuente:

La Verdadera Historia de Lucifer

Lucifer... La simple mención de su nombre parece evocar el olor del azufre. Se le imagina como el ángel más bello de la creación y también como el causante del mayor drama cósmico jamás ocurrido. Cuenta la leyenda que, seducido por su propio orgullo, arrastró a una gran parte de los ángeles que adoraban a Dios, provocando una rebelión cuyas consecuencias. últimas son la existencia del dolor, la maldad y la muerte en el mundo. Lucifer es considerado desde entonces como el ideólogo del mal, el instigador del lado oscuro del hombre, el tentador primero. Pero su historia está llena de contradicciones, y una de ellas es la ausencia de una verdadera historia.

Porque, un acontecimiento de tal magnitud, de tamaña trascendencia para el ser humano, no podía pasar desapercibido para los autores de la Biblia. En sus páginas deberíamos encontrar un relato pormenorizado del suceso y de cuáles fueron sus causas.

Pero no es así. De hecho, el nombre de Lucifer ya no aparece en ninguna Biblia moderna, aunque sí estuvo presente en las antiguas. Fue borrado de la historia, pero no de la leyenda. En realidad, todo el mito moderno de Lucifer parte de un equívoco, de un simple error de traducción.

"Lucifer" es una palabra latina que significa "portador de la luz". Fue empleada por San Jerónimo en Ia elaboración de la Vulgata —la versión en latín de la Biblia— para traducir el término hebreo Helel (literalmente «resplandeciente») de un texto de lsaías. Fue una elección meditada, que buscaba conciliar los distintos sentidos que —según algunos— el texto hebreo parecía contener. Y es que, ya en aquella época, algunos "Padres de la Iglesia" habían creído encontrar en aquellas palabras ¡la descripción de la caída de Satanás!

Hasta aquel entonces Lucifer —también conocido como Heósforo— era tan sólo un dios menor de la nitología grecorromana, un hijo de la diosa Aurora que nada tenía que ver con las tradiciones judías o cristianas. Su condición de descendiente de los dioses influyó en la elección que realizó San Jerónimo.

Pero, ¿qué decía en realidad el texto de Isaías? El profeta recogía la siguiente sátira, compuesta por Yahvé evocando la derrota de su enemigo, el rey de Babilonia: «¿Cómo has caído del cielo, astro rutilante, hijo de la aurora, y has sido arrojado a la tierra, tú que vencías a las naciones? Tú dijiste en tu corazón: "El cielo escalaré, por encima de las estrellas de El elevaré mi trono y me sentaré en la montaña del encuentro, en los confines del Safón; escalaré las alturas de las nubes, me igualaré a Elyón (el Altísimo)". Por el contrario, al sol has sido precipitado, al hondón de la fosa» (Is. 14, 12-11).

La Vulgata empleó la palabra Lucifer en la traducción de la primera frase:

«¿Quomodo cecidisti de coelo, Lucifer qui mane oriebaris?...» Las sucesivas versiones a las lenguas vernáculas conservarían sin traducir esa palabra latina: «¿Cómo caíste del cielo, oh Lucifer, hijo de la Aurora?...» Desde entonces, Lucifer fue considerado un nombre propio. Había nacido la leyenda del ángel rebelde, el mito grecorromano resurgía, la leyenda .pagana se cristianizaba y el origen del mal en el mundo había sido, por fin, hallado. Se había creado un nuevo nombre y un nuevo personaje.

El mito sobreviviría luego al paso de las edades y muchas leyendas medievales se nutrirían de estas ancestrales raíces, creando relatos de gran belleza y simbolismo, pero Isaías -su autor primigenio- sabía muy poco de mitología clásica. Sus fuentes pertenecían a un ámbito cultural muy diferente y el fondo de sus palabras reflejaba un drama que nada tenía que ver con batallas cósmicas entre ángeles, pero sí de luchas entre dioses. O al menos entre hijos de los dioses...

by ciudadanodelmundo

jueves, 15 de julio de 2010

La homosexualidad y la Biblia

Al igual que lo hizo el tema de la esclavitud hace ciento cincuenta años, la cuestión de la homosexualidad amenaza con fracturar a todas las denominaciones. Naturalmente, nos volvemos a la Biblia en busca de una guía, y nos hallamos hundidos en las arenas movedizas de la interpretación. ¿Puede la Biblia decirnos algo en nuestra confusión sobre esta materia?

Algunos pasajes que han sido sugeridos como pertinentes al tema de la homosexualidad, en realidad, son irrelevantes. Uno es el intento de violación de los hombres de Sodoma (Génesis 19:1-29) (*), ya que ese era un caso de varones ostensiblemente heterosexuales en un intento de humillar a los extranjeros, tratándolos “como mujeres”, despojándolos de su masculinidad. (Éste es, también, el caso en la narración similar de Jueces 19-21). Su brutal conducta no tiene nada que ver con el problema de si es legítimo o no, un genuino amor expresado entre adultos del mismo sexo, que consienten tal relación. De modo análogo, el texto de Deuteronomio 23:17-18 debe sacarse de la lista, ya que muy probablemente se refiere a prostitución de heterosexuales involucrados en ritos cananeos de fertilidad, que se habían infiltrado en el culto judío; la versión Reina Valera (1960), inexactamente, lo califica de “sodomita”.

Varios otros textos son ambiguos. No es claro si 1ª Corintios 6:9 y 1ª Timoteo 1:10 se refieren a los miembros “pasivos” y “activos” de las relaciones homosexuales, o a los varones prostituidos homosexuales y heterosexuales. En resumen, no es claro si el tema es la homosexualidad en sí, o la promiscuidad y “comercio sexual”.

Condenaciones inequívocas

Eliminados estos tres textos, nos quedan tres referencias, todas las cuales, inequívocamente, condenan la conducta homosexual. El libro de Levítico 18:22 declara el principio: (Tú, varón, “no te acostarás con un varón como si fuera una mujer: es una abominación”. El segundo texto (Levítico 20:13) añade el castigo: “Si un hombre se acuesta con otro hombre como si fuera una mujer, los dos cometen una cosa abominable; por eso serán castigados con la muerte y su sangre caerá sobre ellos"”

Un acto tal se consideraba como una “abominación” por varias razones. La comprensión pre-científica hebrea era que el semen masculino contenía la totalidad de la vida naciente. Sin el conocimiento de los óvulos y de la ovulación, se suponía que la mujer suministraba solamente el lugar de incubación. De ahí que derramar semen por cualquier propósito no-procreativo -en coitus interruptus (Génesis 38:1-11) en actos homosexuales masculinos, o de masturbación masculina- se consideraba equivalente al aborto o al asesinato. Consecuentemente, los actos homosexuales femeninos no se consideraban tan seriamente y no se los menciona en absoluto en todo el Antiguo Testamento (pero véase Romanos 1:26). Se puede apreciar en qué medida valoraría la procreación una tribu que luchaba por poblar un país, cuyos habitantes los sobrepasaban numéricamente; pero tales valores se vuelven cuestionables en un mundo que afronta una superpoblación que escapa a todo control.

Además, cuando un hombre actuaba sexualmente como si hubiera sido una mujer, la dignidad masculina estaba comprometida. Era una degradación, no solamente con respecto de sí mismo, sino con relación a todos los demás varones. El sistema patriarcal de la cultura hebrea se revela en la misma formulación del mandato, ya que no se formuló una censura similar para prohibir actos homosexuales entre mujeres. Y la aversión sentida hacia la homosexualidad no era porque se la juzgara precisamente antinatural, sino también porque se la consideraba anti-judía, representando una invasión más, todavía, de la civilización pagana en la vida judía. Un efecto de eso es la muy universal aversión que los heterosexuales tienden a sentir por actos y orientaciones extraños a ellos (ser zurdo ha provocado algo de la misma respuesta en muchas culturas).

Sin embargo, cualquiera sea la razón de ser de su formulación, los textos no dejan lugar a que se los manipule. Se ejecutará a aquellas personas que cometan actos homosexuales. Éste es el claro mandato de la Escritura. El significado no da lugar a equívocos: cualquiera, sea varón o mujer, que desee basar sus creencias sobre el testimonio del Antiguo Testamento, debe ser completamente coherente y pedir la pena de muerte para todo aquel que ejerza actos homosexuales. (Eso puede parecer extremo, pero, en realidad, hay algunos cristianos, hoy en día, propugnando precisamente esto). Aunque no sea posible que un tribunal ejecute nuevamente a los homosexuales, un sorprendente número de gays son asesinados por heterosexuales cada año, en este país.

Los textos del Antiguo Testamento tienen que sopesarse con los del Nuevo. En consecuencia, la inequívoca condena de la conducta homosexual en Romanos 1:26-27, debe ser el centro de toda discusión.

Por esta razón, Dios los entregó a pasiones vergonzosas. Sus mujeres cambiaron las relaciones sexuales naturales por otras contrarias a la naturaleza y, del mismo modo, también los hombres, dejando las relaciones sexuales naturales con la mujer, ardieron en deseos los unos por los otros. Los hombres cometieron actos vergonzosos con hombres y recibieron, en sus propias personas, el castigo merecido por su extravío.

Sin duda, Pablo era ajeno a la distinción entre orientación sexual, a través de la cual evidentemente se tiene muy poca elección, y conducta sexual, a través de la cual sí se la tiene. Parece dar por sentado que aquellos a quienes condena, son heterosexuales y están actuando contrariamente a la naturaleza, “dejando”, “abandonando” o “cambiando” su orientación sexual verdadera por aquella que se fija en los primeros años de vida, o tal vez hasta genéticamente, en algunos casos. Para tales personas, tener relaciones heterosexuales sería actuar en forma contraria a la naturaleza, “dejando”, “abandonando” o “cambiando” su orientación sexual natural.

De igual modo, las relaciones que Pablo describe están cargadas de lujuria; no son relaciones de genuino amor entre personas del mismo sexo. No son relaciones entre adultos del mismo sexo, que las consienten y que recíprocamente se comprometen, con fidelidad y con tanta integridad como cualquier pareja heterosexual. Por otra parte, algunas personas suponen que las enfermedades venéreas y el SIDA, son castigos de Dios por la conducta homosexual; sabemos que es un riesgo involucrado en la promiscuidad de toda índole, homosexual y heterosexual. En realidad, la gran mayoría de las personas con SIDA alrededor del mundo, son heterosexuales. Difícilmente podemos poner al SIDA bajo el rótulo de “castigo divino”, ya que las lesbianas no-promiscuas casi no corren ningún riesgo.

Y Pablo cree que la homosexualidad es contraria a la naturaleza; sin embargo, hemos aprendido que se manifiesta en una extensa variedad de especies, especialmente (pero no en forma exclusiva) bajo la presión de la sobrepoblación. Entonces, esto parecería ser un mecanismo completamente natural para preservar las especies. Por supuesto, no podemos decidir la conducta ética humana exclusivamente sobre la base de la conducta animal o de las ciencias humanas, pero aquí Pablo está argumentando desde la naturaleza, como él mismo lo dice, y el nuevo conocimiento de lo que es “natural” es, por consiguiente, pertinente al caso.

Costumbres sexuales hebreas

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Sin embargo, con toda claridad, la Biblia adopta una opinión negativa sobre la actividad homosexual en aquellas pocas instancias en que se la menciona. Pero esta conclusión no resuelve el problema de cómo debemos interpretar la Escritura hoy. Puesto que hay otras actitudes, prácticas y restricciones sexuales que son normativas en la Escritura, pero a las cuales ya no las aceptamos como normativas.

1. La ley del Antiguo Testamento prohibe estrictamente las relaciones sexuales durante los siete días del período menstrual (Levítico 18:19; 15:19-24); y cualquiera que la violase debía ser “extirpado· o “cortado de su pueblo” (kareth, Levítico 18:29 un término que se refiere a ejecución ya sea apedreando, quemando, estrangulando, azotando o por expulsión; Levítico 15:24, omite este castigo). Hoy en día, muchas personas, de vez en cuando, tienen relaciones sexuales durante la menstruación y no piensan nada sobre ello. ¿Debieran “ser excluidos”? La Biblia dice que sí.

2. El castigo a causa del adulterio era la muerte, apedreando tanto al hombre como a la mujer (Deuteronomio 22:22), pero aquí el adulterio se determina por el estado marital de la mujer. En el Antiguo Testamento, un hombre casado que tiene relaciones sexuales con una mujer soltera, no es adúltero -un caso claro de una doble regla-. Un hombre podía no cometer adulterio contra su propia mujer; solamente podía cometer adulterio contra otro hombre, por el uso sexual de la mujer del otro. Y una joven esposa que se comprobaba que no era virgen debe ser apedreada hasta la muerte (Deuteronomio 22:13-21), pero nunca se menciona, siquiera, la virginidad del varón en el casamiento. Es una de las curiosidades del debate actual sobre sexualidad, que el adulterio, el cual crea muchos más estragos sociales, se considera menos “pecaminoso” que la actividad homosexual. Tal vez sea así porque hay muchos más adúlteros en nuestras iglesias. Todavía, ninguno -por lo que yo sé- pide para ellos que sean apedreados, a pesar del claro mandato de la Escritura. Y ordenamos a adúlteros

3. La desnudez, característica del paraíso, se consideraba en el judaísmo como reprobable (2º Samuel 6:20; 10:4; Isaías 20:2-4; 47:3). Cuando uno de los hijos de Noé miró a su padre desnudo, fue maldecido (Génesis 9:20-27). En gran parte, este tabú de la desnudez posiblemente hasta inhíba la intimidad sexual de marido y mujer (esto todavía es cierto en una sorprendente cantidad de personas criadas en la tradición judeo-cristiana). Podemos no estar preparados para las playas nudistas, pero ¿estamos preparados para considerar como un pecado maldito la desnudez en el vestuario o en el viejo remanso adonde nadábamos de niños, o en la privacidad del propio hogar? La Biblia lo hace.

4. La poligamia y el concubinato eran comúnmente practicados en el Antiguo Testamento. Ninguno de ambos se condena en el Nuevo Testamento (con las cuestionables excepciones de 1ª Timoteo 3:2; 12 y Tito 1:6). La enseñanza de Jesús sobre la unión marital en Marcos 10:6-8, no es una excepción, ya que cita Génesis 2:24 como su autoridad, y este texto nunca fue entendido en Israel como excluyendo la poligamia. Un hombre podía llegar a ser “una carne” con más de una mujer, a través del acto de relaciones sexuales. De fuentes judías, sabemos que la poligamia continuaba practicándose dentro del judaísmo, durante los siglos siguientes al período neotestamentario. Entonces, si la Biblia permite la poligamia y el concubinato, ¿por qué no hemos de hacerlo nosotros?

5. Una forma de la poligamia era el casamiento por levirato. En Israel, cuando un hombre casado moría sin haber tenido hijos, su viuda debía tener relaciones sexuales sucesivamente con cada uno de los hermanos de su marido, hasta que le diera un heredero varón. Jesús menciona esta práctica, sin emitir ningún juicio crítico (Marcos 12:18-27) No estoy enterado de que haya algún cristiano que todavía obedezca este ambiguo mandato de la Escritura. ¿Por qué se hace caso omiso de esta ley y, en cambio, se mantiene la que está contra la homosexualidad?

6. En ninguna parte el Antiguo Testamento prohibe explícitamente las relaciones sexuales entre adultos heterosexuales solteros que consienten tal relación, siempre y cuando el valor económico de la mujer (dote) no se comprometiera, es decir, siempre y cuando ella no sea virgen. Hay poemas en el Cantar de los Cantares que ensalzan una aventura amorosa entre dos personas solteras, aunque los comentaristas, frecuentemente, urdieron disimular el hecho con tediosos niveles de interpretación alegórica. En diversas partes del mundo cristiano, han predominado distintas actitudes sobre las relaciones sexuales pre-matrimoniales. En algunas comunidades cristianas, era requisito para el casamiento la prueba de la fertilidad (esto es el embarazo). Éste era especialmente el caso en las áreas rurales, donde la incapacidad de dar a luz hijos que serían los trabajadores del campo, podría significar penurias económicas. Hoy, muchos adultos solteros, las viudas y los divorciados están volviendo a prácticas “bíblicas”, mientras que otros creen que la relación sexual pertenece únicamente al casamiento. Ambas perspectivas son bíblicas. ¿Cuál es la correcta?

7. Virtualmente, le faltan a la Biblia términos que designen los órganos sexuales, y se contenta con eufemismos tales como “pie” o “muslo” para los genitales, y el uso de otros para describir el coito, como “conocerse”. Hoy, la mayoría de nosotros considera “puritano” dicho vocabulario y opuesto a una correcta referencia a la bondad de la creación. En resumen, no seguimos los usos bíblicos.

8. El semen y el flujo menstrual hacían impuro a todo aquel que lo tocara (Levítico 15: 16-20). Las relaciones sexuales hacían impuro hasta la puesta del sol; la menstruación hacía impura a la mujer por siete días. Hoy, la mayoría de las personas considera al semen y al flujo menstrual como completamente naturales y sólo algunas veces como “molesto”, pero no impuro.

9. En el Antiguo Testamento, las reglas sociales con respecto del adulterio, incesto, violación y prostitución están, en gran parte, determinadas en consideración a los derechos de propiedad de los varones sobre las mujeres. La prostitución se consideraba completamente natural y necesaria como salvaguarda de la virginidad de la soltera y los derechos de propiedad de los maridos (Génesis 38: 12-19, Josué 2: 1-7). No se culpaba de pecado a un hombre por visitar a una prostituta, a pesar de que ella misma era considerada como pecadora. Pablo recurre al razonamiento cuando ataca a la prostitución (1ª Corintios 6:12-20); no puede englobarla en la categoría de adulterio (vers. 9). Hoy nos estamos desplazando, con una gran turbulencia social y a un alto -pero inevitable- costo, hacia un conjunto de arreglos sociales más equitativos, no-patriarcales, en los cuales las mujeres ya no son consideradas como la esclava del hombre. También estamos tratando de ir más allá del doble criterio. Amor, fidelidad y respeto mutuo reemplazan a los derechos de propiedad. Hemos hecho, hasta ahora, muy pocos progresos para cambiar el doble criterio con respecto de la prostitución. Al dejar atrás las relaciones de género patriarcal, ¿qué vamos a hacer con el sistema patriarcal de la Biblia?

10. Se presumía que los judíos practicaban la endogamia -es decir, el casamiento dentro de las doce

tribus de Israel. Hasta hace poco, una regla similar predominó en Sudamérica, en leyes contra las

uniones interraciales (mestizaje). Durante la vida de muchos de nosotros, hemos sido testigos de la

lucha pacífica para invalidar leyes estatales contra los matrimonios entre miembros de razas distintas

y el cambio gradual en las actitudes hacia las relaciones interraciales. Las costumbres sexuales

pueden transformarse muy radicalmente aun durante el propio ciclo de vida.

11. La ley de Moisés permitía el divorcio (Deuteronomio 24: 1-4); Jesús lo prohibe categóricamente (Marcos 10: 1-12; Mateo 19:9 atenúa su severidad). Sin embargo, muchos cristianos, en clara violación de un mandato de Jesús, se han divorciado. ¿Por qué, entonces, algunos de estas muchas personas se consideran aptos para el bautismo, la membresia de la iglesia, la comunión y la ordenación, pero no los homosexuales? ¿Qué hace que los unos tengan un pecado en tanto mayor, especialmente al considerar el hecho de que Jesús nunca haya mencionado siquiera la homosexualidad, pero que, explícitamente, condenara el divorcio? Con todo, ordenamos a divorciados. ¿Por qué no a los homosexuales?

12. El Antiguo Testamento considera anormal el celibato, y 1ª Timoteo 4: 1-3, denomina de herejía al celibato obligatorio. No obstante, la Iglesia Católico Romana lo ha hecho obligatorio para los sacerdotes y las monjas. Algunos moralistas cristianos exigen el celibato a los homosexuales, ya tengan vocación para él o no. Un argumento es que, desde que Dios hizo al hombre y a la mujer el uno para el otro a fin de ser fructíferos y multiplicarse, los homosexuales rechazaron el propósito de Dios en la creación. Por lo tanto, aquellos que afirmen esto, deben explicar por qué el apóstol Pablo nunca se casó - o, en cuanto a eso, por qué Jesús, que encarnó a Dios en su propia persona, era soltero. Por cierto, el matrimonio heterosexual es normal; de otro modo, la raza se extinguiría. Pero no es normativo. Por otra parte, las parejas sin hijos, las personas solteras y los sacerdotes y monjas estarían infringiendo el propósito de Dios en su creación, -¡como lo habrían hecho Jesús y Pablo!-. En una época de superpoblación, ¡tal vez una orientación gay suene especialmente ecológica!

13. En muchas otras maneras, hemos desarrollado distintas normas de aquellas explícitamente establecidas por la Biblia: “Si unos hombres se pelean, y la mujer de uno de ellos, para librar a su marido de los golpes del otro, extiende la mano y lo toma por las partes genitales, deberás cortarla la mano, sin tenerle compasión” (Deuteronomio 25: 11 y sigs.). Por el contrario, nosotros podríamos, muy bien, aplaudirla.

14. Tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo, consideran como normal la esclavitud y no la condenan en ningún lugar. Parte de esa herencia era el uso de esclavas, concubinas y cautivas como juguetes sexuales o máquinas reproductoras de sus propietarios, a lo que autorizan Levítico 19: 20 y sigs., 2º Samuel 5:13 y Números 31:18 - y como muchos propietarios de esclavos norteamericanos lo hicieron hace unos 130 años atrás, citando estos y numerosos otros pasajes de las Escrituras como su justificación.

El problema de la autoridad.

Estos casos son pertinentes con respecto de nuestra actitud hacia la autoridad de las Escrituras. Con toda claridad, consideramos que ciertas cosas del Antiguo Testamento ya no son valederas. Otras cosas, aún las consideramos como valederas, incluyendo la legislación en el Antiguo Testamento que no se menciona en absoluto en el Nuevo. ¿Cuál es nuestro principio de selección aquí?

Por ejemplo, los lectores modernos están de acuerdo con la Biblia al rechazar:

el incesto

la violación

el adulterio

las relaciones sexuales con animales

Pero disentimos con la Biblia en muchas otras prácticas sexuales. La Biblia condena las siguientes conductas, que nosotros, por lo general, permitimos:

las relaciones sexuales durante la menstruación

el celibato

la endogamia

dar nombre a los órganos sexuales

la desnudez (bajo ciertas circunstancias)

la masturbación (exceptuado el Catolicismo)

el control de la natalidad (exceptuado el Catolicismo)

Y la Biblia considera el semen y el flujo menstrual como impuros, lo que nosotros no.

Asimismo, la Biblia permite conductas que hoy condenamos:

la prostitución

la poligamia

el casamiento por levirato

el sexo con esclavos

el concubinato

el trato de la mujer como propiedad

el casamiento prematuro (para la niña de 11 a 13 años)

Y, mientras que el Antiguo Testamento aceptó el divorcio, Jesús lo prohibió.

¿Por qué, entonces, apelamos a someter a prueba los textos de las Escrituras solamente en el caso de la homosexualidad, cuando nos sentimos perfectamente libres para discrepar con las Escrituras en la mayoría de otros temas sexuales?

Obviamente, muchas de nuestras preferencias en estos asuntos son arbitrarias. La poligamia mormona estaba prohibida en este país, a pesar de la protección constitucional a la libertad de cultos, porque violaba los sentimientos de la cultura cristiana dominante. Sin embargo, no existe una prohibición bíblica explícita contra la poligamia.

El problema de la autoridad no se mitiga con la doctrina de que los requisitos cúlticos del Antiguo Testamento fueron abrogados por el Nuevo, y que solamente los mandatos morales del Antiguo Testamento permanecen vigentes. Pues la mayoría de estas prácticas caen entre los mandatos morales. Si insistimos en ubicarnos bajo la antigua ley, entonces, tal como Pablo nos lo recuerda, “estamos obligados a observar íntegramente la Ley” (Gálatas 5:3). Pero, si Cristo es “el término de la Ley” (Romanos 10:4), si hemos sido eximidos de la Ley para servir, no bajo el viejo código escrito, sino en el nuevo código de vida del Espíritu (Romanos 7:6), entonces, todas estas prácticas sexuales quedan bajo la autoridad del Espíritu. Por lo tanto, no podemos tomar, ni siquiera lo que Pablo dice, como una nueva ley. Los mismos fundamentalistas se reservan el derecho de elegir y tomar qué leyes mantendrán, a pesar de que rara vez reconozcan hacer justamente eso.

Juzguen por ustedes mismos

Me parece que el quid de la cuestión es, simplemente, que la Biblia no tiene ética sexual. No hay ética sexual bíblica. En cambio, presenta un surtido de costumbres sexuales, algunas de las cuales cambiaron a través del milenio de historia bíblica. Las costumbres son prácticas irreflexivas aceptadas por una comunidad dada. Muchas de las prácticas que la Biblia prohíbe, nosotros las permitimos, y a la inversa, muchas de las prácticas que la Biblia permite, nosotros las prohibimos. La Biblia conoce solamente una ética del amor, la cual constantemente se aplica sobre cualquier costumbre social que domine en cualquier país, o cultura, o período dados.

La mera noción de “ética sexual” refleja el materialismo y el resquebrajamiento de la vida moderna, en la cual de manera creciente definimos nuestra identidad sexual. La sexualidad no puede separarse del resto de la vida. Ningún acto sexual es ético en sí y por sí mismo, sin referencia al resto de la vida de una persona, a sus pautas culturales, a las circunstancias especiales afrontadas y a la voluntad de Dios. Lo que tenemos son, simplemente, costumbres sexuales, las cuales cambian, algunas veces con sorprendente velocidad, creando dilemas que nos dejan perplejos. Tan solo en el curso de nuestras vidas, hemos sido testigos del cambio de preservar la propia virginidad hasta el matrimonio, a parejas que conviven por varios años antes de casarse. La respuesta de muchos cristianos es meramente añorar la hipocresía de una época pasada.

Más bien, nuestra tarea moral es aplicar la ética del amor de Jesús a todas las costumbres sexuales que estén generalizadas en una cultura dada. Podríamos dirigirnos a jóvenes adolescentes no con leyes y mandatos cuya violación es un pecado, sino mejor con las tristes experiencias de tantos de nuestros propios hijos, que encuentran agobiantes las relaciones sexuales demasiado tempranamente iniciadas, y que reaccionan con un celibato voluntario y aun con la negativa a un noviazgo. Podemos dar razones sólidas y órdenes incumplibles. Podemos desafiar tanto a los gays como a los heterosexuales a cuestionar sus conductas, a la luz del amor y de los requisitos de fidelidad, honestidad, responsabilidad y genuina preocupación por los mejores intereses del otros y de la sociedad como un todo. La moralidad cristiana, después de todo, no es un cinturón de castidad para reprimir instintos, sino un modo de expresar la integridad de nuestra relación con Dios. Es un intento de descubrir una forma de vida que sea consistente con la imagen de quien Dios nos creó para que fuéramos. Para aquellos de orientación homosexual, ser instrumentos morales que rechacen las costumbres sexuales que violen su propia integridad y la de otros, y tratar de descubrir qué significaría vivir según la ética del amor de Jesús.

Morton Kelsey va tan lejos como para sostener que la orientación homosexual no tiene nada que ver, como tal, con la moralidad, de igual manera que el ser zurdo. Es, simplemente, el modo como se configura la sexualidad de algunas personas. La moralidad entra en el punto de cómo se ejecuta esa predisposición. Si la viéramos como un don de Dios para aquellos para quienes es normal, podríamos llegar más allá de la acritud y brutalidad que tan frecuentemente ha caracterizado la conducta poco cristiana de los cristianos, hacia los gays.

Por aproximación desde el punto de vista del amor más bien que por el de la ley, la cuestión se transforma inmediatamente. Ahora, la pregunta no es “¿Qué está permitido?”, sino más bien “¿Qué significa amar a mi prójimo homosexual?”. Abordando el tema desde el punto de vista de la fe, antes que de las obras, la pregunta deja de ser “¿Qué constituye una violación de la ley divina en el reino sexual?” y, en su lugar, se torna en “¿Qué constituye integridad ante el Dios revelado en el amante cósmico, Jesucristo?”. Aproximados desde el punto de vista del Espíritu antes que el de la letra, la pregunta deja de ser “¿Qué mandan las Escrituras?” y se torna en “¿Cuál es la palabra que el Espíritu habla ahora a las iglesias, a la luz de las Escrituras, la tradición, la teología, la psicología, la genética, la antropología y la biología?”

En una declaración poco recordada de Jesús, dijo: “¿Por qué no juzgan ustedes mismos lo que es justo?” (Lucas 12:57). Tan soberana libertad sobrecoge de terror los corazones de muchos cristianos; ellos hubieran preferido estar bajo la ley y que se les dijera aquello que está bien. Con todo, Pablo mismo se hace eco del modo de pensar de Jesús, inmediatamente anterior a una de sus posibles referencias a la homosexualidad: “¿Ignoran que vamos a juzgar a los mismos ángeles? Con mayor razón entonces, los asuntos de esta vida” (1ª Corintios 6:3). La última cosa que Pablo hubiera querido es que las personas respondieran a este consejo ético como una nueva ley grabada en tablas de piedra. Él está tratando de “juzgar por sí mismo lo que está bien”. Si ahora tenemos nuevas evidencias en relación al fenómeno de la homosexualidad, ¿no estamos obligados a volver a evaluar todo el problema a la luz de todos los datos asequibles, y decidir, ante Dios, por nosotros mismos? ¿No es esta la libertad fundamental de obediencia en la cual el evangelio nos pone?

Por supuesto, se puede objetar que este análisis nos ha atraído tan encima de los textos, que se nos ha perdido la visión general de la Biblia. Con toda claridad, la Biblia considera la conducta homosexual como un pecado, y si lo declara así una o mil veces, esto está fuera de propósito. Al igual que algunos de nosotros que crecimos “sabiendo” que los actos homosexuales eran el pecado inconfesable, aunque nadie siquiera hablara sobre él, así toda la Biblia “sabe” que está mal.

Admito sin reservas todo eso. La cuestión es precisamente si el juicio bíblico es correcto. La Biblia aprobó la esclavitud como buena y, en ningún lugar, la atacó como injusta. ¿Estamos dispuestos a argüir que la esclavitud está bíblicamente justificada hoy? Hace ciento cincuenta años, cuando la discusión sobre la esclavitud era feroz, la Biblia parecía estar claramente del lado de los propietarios de esclavos. Los abolicionistas eran fuertemente presionados para que justificasen su oposición a la esclavitud sobre bases bíblicas. Y, todavía hoy, si debieran preguntar a los cristianos del sur de los Estados Unidos si la Biblia aprueba la esclavitud, virtualmente cada uno estaría de acuerdo en que no. ¿Cómo explicamos tan monumental viraje?

Lo que sucedió es que las iglesias fueron finalmente llevadas a penetrar más allá del carácter legal de la Escritura, a un contenido más profundo, expresado por Israel a partir de la experiencia del Éxodo y los profetas, y llevada a sublime encarnación en la identificación de Jesús con prostitutas, recaudadores de impuestos, los enfermos y tullidos y los marginados y pobres. Es que Dios está al lado de los que no tienen poder. Dios libera a los oprimidos. Dios sufre con los que sufren y gime por la reconciliación de todos las cosas. A la luz de esa suprema misericordia, cualquiera sea nuestra posición sobre los gays, el imperativo del evangelio a amar, cuidar e identificarse con sus sufrimientos es inequívocamente claro.

Del mismo modo, las mujeres nos están insistiendo en que admitamos el sexismo y el sistema patriarcal que permean la Escritura y que ha alejado a tantas mujeres de la iglesia. Sin embargo, la salida no es negar el sexismo en la Escritura, sino desarrollar una teoría interpretativa que juzgue aun a la Escritura misma, a la luz de la revelación de Jesús. Lo que Jesús nos da, es una crítica a la dominación en todas sus formas, una crítica que puede volverse sobre la misma Biblia. Por lo tanto, la Biblia contiene los principios de su propia corrección. Somos liberados de la bibliolatría, la adoración por la Biblia. Ella está restituida a su justo lugar como testimonio de la Palabra de Dios. Y esa palabra es una Persona, no un libro.

Con el tamiz interpretativo suministrado por una crítica de dominación, podemos separar el sexismo, el sistema patriarcal, la violencia y la homofobia, que constituyen una buena parte de la Biblia, liberándola así para que nos revele por nuevos caminos la orden de Dios para forzar la liberación de la dominación, en nuestro tiempo.

Un pedido de tolerancia

Lo que más me apena en todo este áspero debate en las iglesias, es qué poco cristiano ha sido las más de las veces. Es característico de nuestro tiempo que los problemas más difíciles de valorar y que han generado el mayor grado de animosidad, son temas sobre los cuales la Biblia puede interpretarse como sosteniendo ambos lados. Me refiero al aborto y a la homosexualidad.

Necesitamos retroceder unos pocos pasos y ser honestos con nosotros mismos. Estoy profundamente convencido de la exactitud de lo que he estado compartiendo con ustedes. Pero debo reconocer que no es un caso cerrado. Pueden encontrar debilidad en él, tal como yo puedo encontrarla en el de otros. La verdad es que no nos es dada una guía inequívoca en una u otra área: aborto u homosexualidad. Mejor que acogotándonos unos y otros, debiéramos admitir humildemente nuestras limitaciones. ¿Cómo sé

que estoy interpretando correctamente la palabra de Dios para nosotros hoy? ¿Cómo lo saben ustedes? ¿No sería más sabio que los cristianos bajáramos los decibeles un 95% y serenamente presentáramos nuestros casos, sabiendo completamente bien que podríamos estar equivocados?

Sé de una pareja, ambos bien conocidos autores cristianos, por propio derecho, que han hablado -ambos- sobre la cuestión de la homosexualidad. Ella sostiene a los gays apasionadamente; él se opone a su conducta con tenacidad. Hasta donde puedo decirlo, esta pareja todavía disfruta de su mutua compañía, come a una misma mesa y -por cuanto sé- duermen en la misma cama.

Nosotros, en la iglesia, debemos alcanzar nuestras prioridades en orden. No hemos alcanzado un consenso sobre quién tiene razón en el problema de la homosexualidad. Pero lo que es claro, expresamente claro, es que se nos ordena amarnos mutuamente. Amar no precisamente a nuestras hermanas y hermanos gay, que frecuentemente están sentados a nuestro lado en la iglesia, no reconocidos, sino a todos los involucrados en este debate. No tenemos que desgarrar en jirones a todas las denominaciones, a fin de ventilar nuestras diferencias en este punto. Si aquella pareja que mencioné puede continuar abrazándose a través de esta separación, seguramente todos nosotros podemos hacer otro tanto.

(*) Cuando no se indica otra fuente, la traducción de los textos bíblicos ha sido tomada de “El Pueblo de Dios - La Biblia” (1980)



Walter Wink es Profesor de Interpretación Bíblica en el Auburn Theological Seminary en la Ciudad de Nueva York. Con anterioridad fue pastor de parroquia en la Iglesia Metodista, estudió y enseñó en el Union Theological Seminary en Nueva York y es autor de diversas obras, entre ellas: “Homosexuality and Christian Faith. Questions of Conscience for the Churches” (Homosexualidad y Fe Cristiana. Temas de Conciencia para las Iglesias) Fortress Press.Minneapolis. 1999



domingo, 7 de marzo de 2010

Frases de Dawkins

Como científico, soy hostil a la religión fundamentalista porque pervierte activamente el esfuerzo científico. Nos enseña a no cambiar de opinión y a no querer saber cosas estimulantes que se hallan disponibles para el conocimiento. Subvierte la ciencia y atrofia el conocimiento.

El problema es que Dios, en este sofisticado sentido físico, no tiene ningún parecido con el Dios de la Biblia o de cualquier otra religión. Si un físico dice que Dios es sólo otro nombre para la constante de Planck o que Dios es una supercuerda, debemos tomarlo como una pintoresca forma metafórica de decir que las supercuerdas o el valor de la constante de Planck son un misterio profundo. Obviamente no tiene ni la menor conexión con un ser capaz de perdonar pecados, un ser que quizá escuche oraciones, que le importa si el sabbath comienza a las cinco o a las seis de la tarde, si usas un velo o no, o si se te ve un poco del brazo, y no hay conexión tampoco con cualquier ser capaz de imponer la pena de muerte sobre su propio hijo para expiar todos los pecados del mundo que se cometieran antes y después de él haber nacido.

El universo que observamos tiene precisamente las propiedades que deberíamos esperar si existiera, en el principio de las cosas, ningún diseñador, ningún propósito, ninguna maldad ni bondad, nada, sólo ciega e implacable indiferencia.
Ellos (hablando de los católicos) expresan una preferencia por métodos 'naturales' de control demográfico, y un método natural es exactamente lo que van a obtener. Se llama hambruna.

Estoy en contra de la religión porque nos enseña a estar satisfechos con no entender el mundo.

Ha sido sugerido que si los supernaturalistas realmente tuvieran los poderes que ellos dicen tener, ganarían la lotería todas las semanas. Yo prefiero señalar que ellos pudieran también ganar el premio Nobel por descubrir fuerzas físicas fundamentales hasta el momento desconocidas para la ciencia. De cualquier forma, ¿por qué están desperdiciando sus talentos haciendo turnos en programas de televisión?
La evolución debería ser una de las primeras cosas que se aprenden en la escuela... ¿y qué les dan a los niños en cambio? Sagrados corazones e incienso. Superficial y vacía religión.

La fe ciega puede justificar lo que sea. Si un hombre cree en un dios diferente, o incluso, si usa un ritual diferente para adorar al mismo dios, la fe ciega puede decretar que debe morir - en una cruz, empalado, atravesado por la espada de un cruzado, con un disparo en una calle de Beirut, o dinamitado en un bar en Belfast. Los memes de la fe ciega tienen sus propias formas inmisericordes de propagarse a sí mismos. Esto es cierto en la fe ciega patriótica y política al igual que en la religiosa.

La próxima vez que alguien te diga algo que parezca importante, piensa para tus adentros: "¿Es ésta una de esas cosas que la gente suele creer basándose en evidencias? ¿O es una de esas cosas que la gente cree por tradición, autoridad o revelación? Y la próxima ves que alguien te diga que una cosa es verdad, prueba a preguntarle ¿Qué pruebas existen de ello? Y si no pueden darte una buena respuesta, espero que te lo pienses muy bien antes de creer una sola palabra de lo que te digan.
La religión fundamentalista está empeñada en arruinar la educación científica de incontables millares de mentes inocentes, bienintencionadas y entusiastas. La religión «sensata» y no fundamentalista puede no estar haciéndolo. Pero está creando un mundo seguro para el fundamentalismo enseñándole a los niños, desde su edad más temprana, que la fe sin cuestionamientos es una virtud.

La teoría de la evolución, mediante la selección natural acumulativa es la única teoría que conocemos que en principio es capaz de explicar la existencia de la complejidad organizada.

Los organismos han existido sobre la Tierra, sin saber nunca por qué, durante más de tres mil millones de años, antes de que la verdad, al fin, fuese comprendida por uno de ellos. Por un hombre llamado Charles Darwin.

Según una encuesta de Gallup, el 44 por ciento de los norteamericanos cree que el mundo tiene menos de 10.000 años de edad. Se trata de un error descomunal que equivaldría a que la anchura de Estados Unidos, desde Nueva York a San Francisco, fuera de 7,13 metros.

Si los defensores del apartheid realmente fueran astutos afirmarían (sin faltar a la verdad, por lo que sé) que permitir que las razas se mezclen va en contra de su religión. Una parte significativa de sus opositores se alejarían en puntas de pie. Y no tiene sentido afirmar que es una comparación injusta porque el apartheid no tiene justificación racional. El tema central de la fe religiosa, su fuerza y su gloria más grande, es que no depende de la justificación racional. Del resto de nosotros se espera que defendamos nuestros prejuicios. Pero pídale a una persona religiosa que justifique su fe y uno está violando su "libertad religiosa".

Si todos los logros de los científicos fueran eliminados mañana, no habría más médicos, sólo médicos brujos, ni transportes más rápidos que los caballos, ni computadoras, ni libros impresos, ni agricultura más avanzada que la de subsistencia. Si todos los logros de los teólogos fueran eliminados mañana, ¿notaría alguien la diferencia? ¡Incluso los malos logros de los científicos, las bombas y los barcos balleneros guiados por sonar, funcionan! Los logros de los teólogos no hacen nada, no afectan a nada, ni significan nada. ¿Qué nos hace pensar que la 'teología' es realmente un tema?
Todos somos ateos respecto a la mayoría de dioses en los que la humanidad ha creído alguna vez. Algunos de nosotros simplemente vamos un dios más allá.
Una de las preguntas favoritas del creacionista es: ¿cuál es la utilidad de medio ojo? Realmente, esta es una pregunta ligera, fácil de contestar. Medio ojo es simplemente un uno por ciento mejor que el 49 por ciento de un ojo.

En la infancia nuestra credulidad nos sirve de mucho. Nos ayuda a llenarnos la cabeza, con extraordinaria rapidez, con la sabiduría de nuestros padres y ancestros. Pero si no crecemos y superamos esa etapa en la plenitud del tiempo, nuestra naturaleza... nos hace un blanco fácil para astrólogos, mediums, gurúes, evangelistas y charlatanes. Necesitamos reemplazar la credulidad automática de la infancia por el escepticismo constructivo de la ciencia adulta.

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sábado, 6 de marzo de 2010

La biblia y jehová, dios y libro del sacrificio humano de sangre

Deuteronomio 12:27
"y ofrecerás tus holocaustos, la carne y la sangre, sobre el altar de Jehová tu Dios; y la sangre de tus sacrificios será derramada sobre el altar de Jehová tu Dios, y podrás comer la carne."


La Biblia está llena de sacrificios de sangre-HUMANOS. La mayoría de cristianos dependen de lo que su predicador tiene que decir y/o son demasiado perezosos o mentales para leer y estudiar por sí mismos. Además de la flagrante los sacrificios de sangre humana para Jehová, baño de sangre después del baño de sangre tuvo lugar bajo la dirección y órdenes de esta entidad, sedientos de sangre en forma de numerosas guerras y otros actos de inhumanidad.

Los textos sagrados de los gentiles han sido reemplazados con lo que estos judíos inventaron y escribieron, solo suciedad. No hay nada espiritual en ello, después del asesinato de un simple asesinato, no es diferente del control judío de Hollywood y su énfasis en la violencia, el derramamiento de sangre, y el asesinato a ningún extremo.

Éxodo 22:29-30
"No demorarás la primicia de tu cosecha ni de tu lagar. Me darás el primogénito de tus hijos. Lo mismo harás con el de tu buey y de tu oveja; siete días estará con su madre, y al octavo día me lo darás.

Ezequiel 20:25-26
"Por eso yo también les di estatutos que no eran buenos, y decretos por los cuales no podrían vivir. Y los contaminé en sus ofrendas cuando hacían pasar por el fuego a todo primogénito, para desolarlos y hacerles saber que yo soy Jehová."

Samuel II 21 es otro ejemplo de sacrificio de sangre para apaciguar a Jehová.
21:6 dénsenos siete varones de sus hijos, para que los ahorquemos delante de Jehová en Gabaa de Saúl, el escogido de Jehová. Y el rey dijo: Yo los daré.
21:9 y los entregó en manos de los gabaonitas, y ellos los ahorcaron en el monte delante de Jehová; y así murieron juntos aquellos siete, los cuales fueron muertos en los primeros días de la siega, al comenzar la siega de la cebada
21:10 Entonces Rizpa hija de Aja tomó una tela de cilicio y la tendió para sí sobre el peñasco, desde el principio de la siega hasta que llovió sobre ellos agua del cielo; y no dejó que ninguna ave del cielo se posase sobre ellos de día, ni fieras del campo de noche.

Cuando siete hombres son asesinados a sangre fría, a fin de apaciguar a Jehová con la esperanza de que pondrá fin a una hambruna, que sólo puede ser llamado sacrificio de sangre humana.


Más sacrificio de sangre:

Números 31
31:25 Y habló Jehová a Moisés, diciendo:
31:26 Toma la cuenta del botín que se ha hecho, así de las personas como de las bestias, tú y el sacerdote Eleazar, y los jefes de los padres de la congregación;
31:27 y dividir a la presa en dos partes, entre ellas, que tuvo la guerra sobre ellos, que salieron a la batalla, y entre toda la congregación:
31:28 Y apartarás para Jehová el tributo de los hombres de guerra que salieron a la guerra; de quinientos, uno, así de las personas como de los bueyes, de los asnos y de las ovejas.
31:29 De la mitad de ellos lo tomarás; y darás al sacerdote Eleazar la ofrenda de Jehová.
31:30 Y de la mitad perteneciente a los hijos de Israel tomarás uno de cada cincuenta de las personas, de los bueyes, de los asnos, de las ovejas y de todo animal, y los darás a los levitas, que tienen la guarda del tabernáculo de Jehová.
31:31 E hicieron Moisés y el sacerdote Eleazar como Jehová mandó a Moisés.
31:32 Y fue el botín, el resto del botín que tomaron los hombres de guerra, seiscientas setenta y cinco mil ovejas,
31:33 setenta y dos mil bueyes,
31:34 y sesenta y un mil asnos
31:35 En cuanto a personas, de mujeres que no habían conocido varón, eran por todas treinta y dos mil.
31:36 Y la mitad, la parte de los que habían salido a la guerra, fue el número de trescientas treinta y siete mil quinientas ovejas;
31:37 y el tributo de las ovejas para Jehová fue seiscientas setenta y cinco.
31:38 De los bueyes, treinta y seis mil; y de ellos el tributo para Jehová, setenta y dos.
31:39 De los asnos, treinta mil quinientos; y de ellos el tributo para Jehová, sesenta y uno.
31:40 Y de las personas, dieciséis mil; y de ellas el tributo para Jehová, treinta y dos personas.


"Jefté, uno de los jueces gobernante tras la conquista de Canaán, había sacrificado a su única hija al Dios de Israel en la celebración de una victoria militar contra los amonitas, Samuel" El Espectador "había cortado en forma de sacrificio del cuerpo de Agag delante de Dios, David, el rey poeta sensible había entregado los siete hijos de Saúl a los gabaonitas "para colgarlas a Dios."

Un ejemplo de esto puede verse a continuación, cómo el verso fue cambiado en Jueces 11:39
En los demás, el ser humano ha sido sustituido por un "cordero".

Jueces 11:34
Entonces volvió Jefté a Mizpa, a su casa; y he aquí su hija que salía a recibirle con panderos y danzas, y ella era sola, su hija única; no tenía fuera de ella hijo ni hija.

11:35
Y cuando él la vio, rompió sus vestidos, diciendo: ¡Ay, hija mía! en verdad me has abatido, y tú misma has venido a ser causa de mi dolor; porque le he dado palabra a Jehová, y no podré retractarme.
11:36
Ella entonces le respondió: Padre mío, si le has dado palabra a Jehová, haz de mí conforme a lo que prometiste, ya que Jehová ha hecho venganza en tus enemigos los hijos de Amón.
11:37
Y volvió a decir a su padre: Concédeme esto: déjame por dos meses que vaya y descienda por los montes, y llore mi virginidad, yo y mis compañeras.
11:38
El entonces dijo: Ve. Y la dejó por dos meses. Y ella fue con sus compañeras, y lloró su virginidad por los montes.
11:39
Pasados los dos meses volvió a su padre, quien hizo de ella conforme al voto que había hecho. Y ella nunca conoció varón.
11:40
Y se hizo costumbre en Israel, que de año en año fueran las doncellas de Israel a endechar a la hija de Jefté galaadita, cuatro días en el año.

¿Qué tan obvio puede esto llegar? En Jueces 11:35; Jefté "rompio" su ropa. Para aquellos de ustedes que están unfamilair con este término, se trata de un hebreo y también la antigua costumbre de alquiler (lágrima / RIP) la ropa a la muerte de un ser querido.
"porque yo he abierto la boca a Jehová, y no puedo volver." Él ha hecho una promesa a sacrificar a su única hija a Jehová. También es manifiestamente evidente jehova exigió este acto a cambio de su victoria sobre sus enemigos y "los hijos de Amón", como él dijo "Yo no puedo volver."

En Jueces 11:37, su hija afirma "Que esto sea hecho por mí: déjame dos meses, que puede ir arriba y abajo por las montañas, y llorar mi virginidad", "Esto se ha hecho por mí" y " llorar mi virginidad "Aquí Jehova es evidente exigía el sacrificio de una virgen.

Jueces 11:39; Cuando volvió a su padre ", que hizo de ella conforme a su promesa que había hecho, y que no sabía el hombre." y Jueces 11:40, "las hijas de Israel se lamentan anual a la hija de Jefté" Esto es tan obvio, que sacrificó a su hija virgen solamente a Jehová que exigían este acto a cambio de su asegurarse una victoria para Jefté.



CANIBALISMO:

Deuteronomio 28:53
Y comerás el fruto de tu vientre, la carne de tus hijos y de tus hijas que Jehová tu Dios te dio, en el sitio y en el apuro con que te angustiará tu enemigo.
28:54
El hombre tierno en medio de ti, y el muy delicado, mirará con malos ojos a su hermano, y a la mujer de su seno, y al resto de sus hijos que le quedaren;
28:55
para no dar a alguno de ellos de la carne de sus hijos, que él comiere, por no haberle quedado nada, en el asedio y en el apuro con que tu enemigo te oprimirá en todas tus ciudades.
28:56
La tierna y la delicada entre vosotros, que nunca la planta de su pie intentaría sentar sobre la tierra, de pura delicadeza y ternura, mirará con malos ojos al marido de su seno, a su hijo, a su hija,
28:57
al recién nacido que sale de entre sus pies, y a sus hijos que diere a luz; pues los comerá ocultamente, por la carencia de todo, en el asedio y en el apuro con que tu enemigo te oprimirá en tus ciudades.
28:58
Si no cuidares de poner por obra todas las palabras de esta ley que están escritas en este libro, temiendo este nombre glorioso y temible: jehová tu dios


La sangre humana no era suficiente, JEHOVA DIO INSTRUCCIONES CLARAS PARA LA MASACRE RITUAL de animales, así:

Éxodo 20:24
Altar de tierra harás para mí, y sacrificarás sobre él tus holocaustos y tus ofrendas de paz, tus ovejas y tus vacas; en todo lugar donde yo hiciere que esté la memoria de mi nombre, vendré a ti y te bendeciré.

Exodo 24:4
Y Moisés escribió todas las palabras de Jehová, y levantándose de mañana edificó un altar al pie del monte, y doce columnas, según las doce tribus de Israel.
24:5
Y envió jóvenes de los hijos de Israel, los cuales ofrecieron holocaustos y becerros como sacrificios de paz a Jehová.
24:6
Y Moisés tomó la mitad de la sangre, y la puso en tazones, y esparció la otra mitad de la sangre sobre el altar.
24:7
Y tomó el libro del pacto y lo leyó a oídos del pueblo, el cual dijo: Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos.
24:8
Entonces Moisés tomó la sangre y roció sobre el pueblo, y dijo: He aquí la sangre del pacto que Jehová ha hecho con vosotros sobre todas estas cosas.



Más instrucciones de Jehová para el sacrificio de sangre:

Éxodo 23:18
No ofrecerás con pan leudo la sangre de mi sacrificio, ni la grosura de mi víctima quedará de la noche hasta la mañana.

Éxodo 29:10-31
10 Después llevarás el becerro delante del tabernáculo de reunión, y Aarón y sus hijos pondrán sus manos sobre la cabeza del becerro. 11 Y matarás el becerro delante de Jehová, a la puerta del tabernáculo de reunión. 12 Y de la sangre del becerro tomarás y pondrás sobre los cuernos del altar con tu dedo, y derramarás toda la demás sangre al pie del altar. 13 Tomarás también toda la grosura que cubre los intestinos, la grosura de sobre el hígado, los dos riñones, y la grosura que está sobre ellos, y lo quemarás sobre el altar. 14 Pero la carne del becerro, y su piel y su estiércol, los quemarás a fuego fuera del campamento; es ofrenda por el pecado.

15 Asimismo tomarás uno de los carneros, y Aarón y sus hijos pondrán sus manos sobre la cabeza del carnero. 16 Y matarás el carnero, y con su sangre rociarás sobre el altar alrededor. 17 Cortarás el carnero en pedazos, y lavarás sus intestinos y sus piernas, y las pondrás sobre sus trozos y sobre su cabeza. 18 Y quemarás todo el carnero sobre el altar; es holocausto de olor grato para Jehová, es ofrenda quemada a Jehová.

19 Tomarás luego el otro carnero, y Aarón y sus hijos pondrán sus manos sobre la cabeza del carnero. 20 Y matarás el carnero, y tomarás de su sangre y la pondrás sobre el lóbulo de la oreja derecha de Aarón, sobre el lóbulo de la oreja de sus hijos, sobre el dedo pulgar de las manos derechas de ellos, y sobre el dedo pulgar de los pies derechos de ellos, y rociarás la sangre sobre el altar alrededor. 21 Y con la sangre que estará sobre el altar, y el aceite de la unción, rociarás sobre Aarón, sobre sus vestiduras, sobre sus hijos, y sobre las vestiduras de éstos; y él será santificado, y sus vestiduras, y sus hijos, y las vestiduras de sus hijos con él.

22 Luego tomarás del carnero la grosura, y la cola, y la grosura que cubre los intestinos, y la grosura del hígado, y los dos riñones, y la grosura que está sobre ellos, y la espaldilla derecha; porque es carnero de consagración. 23 También una torta grande de pan, y una torta de pan de aceite, y una hojaldre del canastillo de los panes sin levadura presentado a Jehová, 24 y lo pondrás todo en las manos de Aarón, y en las manos de sus hijos; y lo mecerás como ofrenda mecida delante de Jehová. 25 Después lo tomarás de sus manos y lo harás arder en el altar, sobre el holocausto, por olor grato delante de Jehová. Es ofrenda encendida a Jehová.

26 Y tomarás el pecho del carnero de las consagraciones, que es de Aarón, y lo mecerás por ofrenda mecida delante de Jehová; y será porción tuya. 27 Y apartarás el pecho de la ofrenda mecida, y la espaldilla de la ofrenda elevada, lo que fue mecido y lo que fue elevado del carnero de las consagraciones de Aarón y de sus hijos, 28 y será para Aarón y para sus hijos como estatuto perpetuo para los hijos de Israel, porque es ofrenda elevada; y será una ofrenda elevada de los hijos de Israel, de sus sacrificios de paz, porción de ellos elevada en ofrenda a Jehová.

29 Y las vestiduras santas, que son de Aarón, serán de sus hijos después de él, para ser ungidos en ellas, y para ser en ellas consagrados. 30 Por siete días las vestirá el que de sus hijos tome su lugar como sacerdote, cuando venga al tabernáculo de reunión para servir en el santuario.
31 Y tomarás el carnero de las consagraciones, y cocerás su carne en lugar santo.



Levítico Capítulo 1
1 Llamó Jehová a Moisés, y habló con él desde el tabernáculo de reunión, diciendo: 2 Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando alguno de entre vosotros ofrece ofrenda a Jehová, de ganado vacuno u ovejuno haréis vuestra ofrenda.

3 Si su ofrenda fuere holocausto vacuno, macho sin defecto lo ofrecerá; de su voluntad lo ofrecerá a la puerta del tabernáculo de reunión delante de Jehová. 4 Y pondrá su mano sobre la cabeza del holocausto, y será aceptado para expiación suya. 5 Entonces degollará el becerro en la presencia de Jehová; y los sacerdotes hijos de Aarón ofrecerán la sangre, y la rociarán alrededor sobre el altar, el cual está a la puerta del tabernáculo de reunión. 6 Y desollará el holocausto, y lo dividirá en sus piezas. 7 Y los hijos del sacerdote Aarón pondrán fuego sobre el altar, y compondrán la leña sobre el fuego. 8 Luego los sacerdotes hijos de Aarón acomodarán las piezas, la cabeza y la grosura de los intestinos, sobre la leña que está sobre el fuego que habrá encima del altar; 9 y lavará con agua los intestinos y las piernas, y el sacerdote hará arder todo sobre el altar; holocausto es, ofrenda encendida de olor grato para Jehová.

10 Si su ofrenda para holocausto fuere del rebaño, de las ovejas o de las cabras, macho sin defecto lo ofrecerá. 11 Y lo degollará al lado norte del altar delante de Jehová; y los sacerdotes hijos de Aarón rociarán su sangre sobre el altar alrededor. 12 Lo dividirá en sus piezas, con su cabeza y la grosura de los intestinos; y el sacerdote las acomodará sobre la leña que está sobre el fuego que habrá encima del altar; 13 y lavará las entrañas y las piernas con agua; y el sacerdote lo ofrecerá todo, y lo hará arder sobre el altar; holocausto es, ofrenda encendida de olor grato para Jehová.

14 Si la ofrenda para Jehová fuere holocausto de aves, presentará su ofrenda de tórtolas, o de palominos. 15 Y el sacerdote la ofrecerá sobre el altar, y le quitará la cabeza, y hará que arda en el altar; y su sangre será exprimida sobre la pared del altar. 16 Y le quitará el buche y las plumas, lo cual echará junto al altar, hacia el oriente, en el lugar de las cenizas. 17 Y la henderá por sus alas, pero no la dividirá en dos; y el sacerdote la hará arder sobre el altar, sobre la leña que estará en el fuego; holocausto es, ofrenda encendida de olor grato para Jehová.



Levítico Capítulo 7
7:1
Asimismo esta es la ley del sacrificio por la culpa; es cosa muy santa.
7:2
En el lugar donde degüellan el holocausto, degollarán la víctima por la culpa; y rociará su sangre alrededor sobre el altar.
7:3
Y de ella ofrecerá toda su grosura, la cola, y la grosura que cubre los intestinos,
7:4
los dos riñones, la grosura que está sobre ellos, y la que está sobre los ijares; y con los riñones quitará la grosura de sobre el hígado.
7:5
Y el sacerdote lo hará arder sobre el altar, ofrenda encendida a Jehová; es expiación de la culpa.



Levítico 7:14
Y de toda la ofrenda presentará una parte por ofrenda elevada a Jehová, y será del sacerdote que rociare la sangre de los sacrificios de paz.



El "señor" necesita cada gota de que la sangre del sacrificio de sangre:

Levítico 7:27
Cualquiera persona que comiere de alguna sangre, la tal persona será cortada de entre su pueblo.


Aquí, el sacrificio de más sangre se necesita para eliminar la maldición de Jehová la lepra ha infligido:

Levítico 14:34
Cuando hayáis entrado en la tierra de Canaán, la cual yo os doy en posesión, si pusiere yo plaga de lepra en alguna casa de la tierra de vuestra posesión,
14:49
Entonces tomará para limpiar la casa dos avecillas, y madera de cedro, grana e hisopo;
14:50
y degollará una avecilla en una vasija de barro sobre aguas corrientes.
14:51
Y tomará el cedro, el hisopo, la grana y la avecilla viva, y los mojará en la sangre de la avecilla muerta y en las aguas corrientes, y rociará la casa siete veces.
14:52
Y purificará la casa con la sangre de la avecilla, con las aguas corrientes, con la avecilla viva, la madera de cedro, el hisopo y la grana.
14:53
Luego soltará la avecilla viva fuera de la ciudad sobre la faz del campo. Así hará expiación por la casa, y será limpia.
14:54
Esta es la ley acerca de toda plaga de lepra y de tiña,
14:55
y de la lepra del vestido, y de la casa,
14:56
y acerca de la hinchazón, y de la erupción, y de la mancha blanca,
14:57
para enseñar cuándo es inmundo, y cuándo limpio. Esta es la ley tocante a la lepra.


Más ejemplos de sacrificios de sangre a Jehová:
Levítico 8:14 - 32
Levítico 9:1 - 24
Levítico 14:1 - 5
Levítico 14:12-28
Levítico 23:12-21
Números 19:1 - 7
Josué Capítulo 10 - Nada más que el asesinato en masa
Jueces 1:1 - 18 más baños de sangre y asesinatos en masa
Jueces 3:27 - 31

Esto sigue y sigue y sigue. Repite de asesinato en masa sin fin y derramamiento de sangre. La palabra "sangre" se utiliza una y otra vez. Se podría pensar que todo esto sería tan evidente.

Todos debemos tener en cuenta, el Nazareno fue el sacrificio humano por excelencia, también "comer su cuerpo y beber su sangre" es recitado en repetidas ocasiones durante la misa casi todos los cristianos / servicios en todo el mundo.